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Lo que Petro está viviendo a nivel nacional, ya lo padecí a nivel municipal: Julián Conrado

Publicado en Revista Rayuela  

Guillermo Torres, conocido popularmente como Julián Conrado, o el músico de las FARC, fue el primer ex combatiente que logró ganar un cargo de elección popular en Colombia tras la firma del Acuerdo de Paz. Lo hizo por fuera del partido oficial de los firmantes, a través de firmas y el apoyo de la Colombia Humana – UP. Revista RAYA conversó con él, sobre sus dificultades, retos y aprendizajes como mandatario.

Por: María Camila Sastre

¿Quién es Guillermo Torres?

El 12 de octubre, es una fecha histórica por el inicio de uno de los genocidios más grandes de la historia de la humanidad: la invasión de América por los conquistadores hace más de 500 años. Guillermo Torres, es un ser humano nacido el 17 de agosto de 1954 en un municipio conocido como Turbaco, que recoge su nombre de los aborígenes, los primeros pobladores de esta colina donde se ubica el municipio.

Fue el escenario de una de las primeras batallas entre los indígenas y los invasores hace 500 años, cuando los indios yurbacos se enfrentaron a una comisión de conquistadores bajo el mando de Juan de la Cosa. En Turbaco, precisamente, Juan de la Cosa fue derrotado por los indígenas y en este lugar nací. Este pueblo tiene una profunda raíz histórica de dignidad, honor y coraje frente a la explotación y la opresión.

Bueno, Guillermo, ¿Cuál es su relación con Turbaco? ¿Cómo fue ese proceso político que le llevó hasta la alcaldía?

 Nací y crecí en Turbaco, aquí completé la educación primaria. En 1984, tomé la decisión de unirme a la insurgencia, motivado por la represión que, como todos saben, ha existido en Colombia desde tiempos inmemoriales. Fue entonces cuando me involucré en los diálogos de paz que comenzaron ese mismo año y que históricamente se conocen como los Diálogos de la Uribe.

Posteriormente, fui fundador de la Unión Patriótica, por lo que soy sobreviviente y testigo del genocidio que sufrió la organización. Más adelante, participé en las negociaciones de paz en El Caguán. Finalmente, llegamos a esta etapa del proceso de paz que culminó con la firma en La Habana.

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¿Qué es lo que motiva a Julián Conrado, hoy nuevamente Guillermo Torres, a aceptar meterse en todo esto, a pasar de la insurgencia directamente a un puesto de elección popular, como lo es la alcaldía?

 La alcaldía de Turbaco de Guillermo Torres no fue una creación propia, sino un invento del pueblo. Desde que tengo uso de razón, he estado involucrado en luchas sociales en el municipio de Turbaco. Recuerdo que la primera gran protesta en Turbaco, que fue por el acceso al agua, fue liderada por Guillermo Torres, entre otros.

En la primera marcha estudiantil que hubo en Turbaco yo iba adelante con Moncho Merlano. Así que ahí también estuvo Guillermo Torres. Cuando se tuvo la intención de organizar el primer sindicato en Turbaco, la idea fue de Guillermo Torres. En el nacimiento de los primeros grupos de transformación revolucionaria en Turbaco, ahí debe estar el nombre de Guillermo de Torres. Entonces es un reconocimiento del pueblo a un líder natural.

Cuando el pueblo se inventó esta alcaldía, les propuse una asamblea para que seleccionaran al representante de sus intereses. Asistí a la asamblea junto a otros precandidatos, dispuesto a apoyar a quien resultara elegido. La asamblea se llevó a cabo en Rubrico y contó con la participación de cinco o seis precandidatos a la alcaldía. Fui seleccionado por unanimidad al recibir el apoyo de todos los presentes, incluyendo los otros precandidatos.

Una vez escogido como candidato, establecí condiciones. Una de las condiciones fundamentales fue que no aceptaría financiamiento de ninguna entidad política, y la razón es simple: las Alcaldías, gobernaciones, asambleas, Cámara, Senado y presidencia a menudo terminan no siendo de los alcaldes, ni los concejales sino determinadas por quienes financian las campañas.

Y en lo personal, ¿Qué lo motiva?

 Todo este accionar es impulsado por una energía, la más poderosa de todas, la energía del amor. Esa es la fuerza que me motiva y seguirá haciéndolo hasta el último suspiro de mi vida. Como a todo revolucionario, me impulsa el amor.  Esa es la gran enseñanza que nos deja aquel gran revolucionario que se conoce como Jesús de Nazaret, pasando por el Ché Guevara.

Jesús nos enseñó la importancia de amarnos los unos a los otros, lo que significa no explotarnos, ni oprimirnos. Luego llegamos a Simón Bolívar, quien también fue un guerrillero. En Turbaco, tenemos una rica historia relacionada con Simón Bolívar, ya que vivió aquí durante un tiempo. Él también nos dejó el mensaje de que la fuerza más poderosa en el universo es el amor.

Y finalmente, llegamos a Jaime Bateman, a quien recordamos en Turbaco al nombrar uno de mis últimos proyectos, un estadio de fútbol, Jaime Bateman Cayón. Él fue un hombre motivado siempre por la lucha, por la justicia, impulsado por la energía del amor. Afirmó que “el amor es la certeza de la vida”, y es eso lo que motiva a los revolucionarios. No se puede ser un verdadero revolucionario sin practicar el amor como actitud de vida.

Es por eso que nuestra consigna, la que se ha propagado más allá de nuestras fronteras, es tan peligrosamente poderosa: ‘Amando venceremos’. Digo peligrosa porque donde existe el amor, no puede haber maldad, explotación ni opresión.

Pero todo ese amor del que nos habla, ¿Cómo se materializa en el ejercicio administrativo, por ejemplo, una alcaldía?

 ¿Cómo he retribuido el amor del pueblo que me confió la alcaldía? Lo he pagado a través del amor que se manifiesta en obras. En esto, todas las colombianas y colombianos deberíamos estar de acuerdo: una de las causas principales, si no la principal, de la violencia, la pobreza y la miseria en Colombia es la corrupción.

El primer paso de mi gobierno fue emprender una lucha decidida contra la corrupción. Dirigimos nuestra atención hacia la Secretaría de Hacienda, encargada de la gestión de impuestos y recursos económicos. Descubrimos la existencia de una hacienda paralela en Turbaco, y una de las principales acciones de mi gobierno fue eliminarla, poniendo fin al saqueo diario de los impuestos pagados por el pueblo de Turbaco.

Como resultado de estas acciones, nos encontramos con un sistema de salud en ruinas, con escasas instalaciones deportivas y una cultura en declive. Sin embargo, tras eliminar la hacienda paralela, nuestros recursos propios aumentaron, lo que nos permitió reconstruir la atención de salud y trabajar en la mejora de las instalaciones deportivas. 

Hemos reconstruido el hospital, establecido nuevos puestos de salud en lugares como San Pedro y Aguas Prietas, y hemos comenzado a saldar deudas pendientes con los trabajadores de la salud. Además, hemos construido gimnasios y un coliseo de boxeo, permitiendo a Turbaco destacar en el ámbito del deporte.

Hemos inaugurado un estadio de béisbol menor llamado «28 de febrero» y el “Estadio Jaime Bateman Cayón». También estamos avanzando en la construcción de un estadio de softbol en el corregimiento de Cañaveral, que beneficiará a alrededor de 7000 habitantes. Hemos invertido en una pista de patinaje de mayor tamaño, adecuada para la práctica profesional de este deporte.

En cuanto a los parques, hemos tomado medidas para satisfacer las necesidades de Turbaco. Anteriormente, los parques eran construidos a través de un contrato de concesión, y en mis primeros dos años como ordenador del gasto, pagamos a esta empresa cerca de 3 mil millones sin que se construyera un solo parque. Decidimos poner fin a este contrato de concesión y construir parques con recursos propios. Ya hemos inaugurado el Parque de la Dignidad y estamos a punto de inaugurar otro parque este mes.

En cuanto a la educación, hemos invertido recursos propios dentro de nuestras posibilidades, a pesar de los numerosos desafíos y la complejidad añadida por la pandemia de Covid-19. Abordar todos estos problemas en un período de gobierno es un desafío significativo.

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Guillermo, y más allá de la oposición y ese poder corrupto instalado en el municipio, ¿Cuáles fueron las dificultades propias del arranque del gobierno de las primeras reuniones?

 Una de las primeras reuniones que sostuve con los concejales, casi la única, tuvo como objetivo abordar el tema de la gobernabilidad. Me decían: ‘Guillo, para tener un gobierno tranquilo, necesitas gobernabilidad’. Entonces, ¿Qué es gobernabilidad? decidimos reunirnos con nueve de los 15 concejales, los mejores, para permitirme gobernar sin complicaciones. ¿Quién no desearía gobernar con tranquilidad, verdad?

La primera frase la pronunció un concejal: ‘No vamos a hablar mucho esta vez. ¿Cuánto hay para nosotros?’ Esa fue la primera pregunta que escuché. Mi respuesta fue sencilla: ‘Lo mismo que para mí, la satisfacción de servir al pueblo. Si les sirve, tómenlo. Si no, bueno, se acabó la reunión de una vez.

 Menos mal que después conocí otro concepto, que se asemeja a la gobernabilidad, pero se llama gobernanza. La gobernanza se enfoca en gobernar con el pueblo, los sectores sociales, las juntas comunales y las asociaciones de campesinos cuando no se puede lograr la gobernabilidad a través del Concejo.

 Yo no he entregado nada al Concejo, porque cuando no hay nada que obtener para nosotros, la única recompensa es la alegría de servir al pueblo. De esta manera, me considero un alcalde libre, autónomo e independiente, sin deudas con nadie. Todas las secretarías son del pueblo. En Turbaco, solían asignar las secretarías basándose en las contribuciones de ciertas personas; aquellos que aportaban más obtenían control sobre áreas como hacienda, educación, lo que provocaba el robo de los recursos destinados al Plan de Alimentación Escolar (PAE) y la salud, así como la existencia de una hacienda paralela.

 Y al final ¿sí se pudo conformar el equipo?

 Bueno, la organización de un grupo implica que las personas estén dispuestas a priorizar los intereses del pueblo, los intereses de la mayoría, por encima de los intereses personales. Esto es fundamental en el ámbito político.

Desde mi perspectiva, la política es una vocación amorosa de servicio a los demás, no una profesión. Como dijo Pepe Mujica, la política no debería convertirse en una profesión para ganarse la vida, sino en una vocación amorosa para vivir por ella. 

En una ocasión, lo expresé en una canción: estoy dispuesto a servir sin esperar nada a cambio, incluso a riesgo de perder la vida. 

¿Cómo fue gobernar en ese pequeño municipio con la oposición de la Gobernación y el gobierno nacional de Iván Duque? 

El gobierno nacional anterior no tomaba en consideración mis proyectos debido a la falta de afinidad política, lo cual es una injusticia. Por ejemplo, resulta incomprensible que no se haya dado el visto bueno a mi propuesta de “Plan Maestro de Alcantarillado”, y que no haya podido liberar las regalías durante los tres años de la administración pasada. Sin embargo, en el breve tiempo de este gobierno afín, he logrado avanzar en diversos frentes.

Durante este mandato, he conseguido radicar el proyecto del “Plan Maestro de Alcantarillado” y estamos a punto de obtener importantes recursos para las mujeres rurales a través del Ministerio de Agricultura. Además, en este gobierno recién iniciado, se nos ha brindado la oportunidad de abordar problemas significativos en áreas como la salud. Por ejemplo, necesitamos urgentemente dos ambulancias para el pueblo de Turbaco.

Es lamentable que el gobernador de Bolívar haya entregado una ambulancia a todos los municipios del departamento, excepto a Turbaco, basándose en diferencias políticas en lugar de consideraciones humanas. Esto ejemplifica el enfoque egoísta que, en ocasiones, prevalece en la administración pública, especialmente en aquellos que se dedican a la política con la intención de beneficiarse personalmente.

Guillermo, con toda esa oposición, particularmente de la Gobernación y el expresidente Iván Duque, ¿Cómo estaba la situación financiera del municipio para poder sacar adelante los planes?

La mayoría de las obras realizadas en Turbaco durante la gestión de Guillermo Torres se han financiado con recursos propios. Esto demuestra lo que el padre Camilo Torres llamaba ‘amor eficaz’. El amor del que hablamos debe reflejarse en acciones concretas, no solamente decirlo, sino hacerlo.

José Martí solía decir que la mejor forma de decir es hacer. Por tanto, cuando el pueblo me brinda su amor, mi respuesta es devolverle amor. En otras palabras, como lo afirmaba José Martí: ‘Amor con amor se paga’.

Y entonces con todo en contra, ¿si se puede hacer algo más que estar en el cargo?

Te digo algo, cuando asumí la alcaldía, me di cuenta de que Turbaco tenía restricciones en cuanto a las regalías. Estas restricciones se debieron a que en el pasado se propuso llevar a cabo proyectos deportivos financiados con recursos de regalías, pero el dinero se gastó y las obras quedaron incompletas. Como resultado, el municipio fue sancionado y no podía hacer uso de ellas.

Aunque el gobierno anterior logró obtener alrededor de 10 mil millones de pesos en regalías yo no pude acceder a estos fondos porque Turbaco seguía sancionado. Cuando consulté al Departamento Nacional de Planeación para entender cómo se había logrado esto, no obtuve una explicación clara.

Frente a esta situación, tomé la decisión de asignar 6 mil millones de pesos para invertir en proyectos deportivos. Como resultado de esta inversión, al final de mi mandato y antes de que entrara en vigor la ley de garantías, logramos liberar las restricciones sobre las regalías de Turbaco. Ahora, el municipio puede utilizar estos recursos. Ya hemos iniciado un proceso de licitación para obras que incluyen la reparación de una vía que está en mal estado y que planeamos reconstruir por completo. Estimamos que esta inversión en infraestructura vial será de alrededor de 10,000 a 12,000 millones de pesos.

Bueno, la derecha siempre afirma en campaña que no se debe votar por la izquierda. Me imagino que mucho más viniendo usted de la insurgencia, ¿Qué opina usted? ¿Qué tan real es esta afirmación?

Al principio, algunas personas decían que el pueblo no debería votar por Guillermo Torres porque supuestamente no sabía de administración. Me preguntaba a qué se referían cuando mencionaban que no sabía administrar. ¿Por no haber ido a la universidad? Yo sé lo principal, lo fundamental en esto de este tema de administración, lo principal es no robar. Eso es lo principal. Gobernar es en realidad bastante fácil, se trata de utilizar los recursos disponibles para convertirlos en obras sociales. Un alcalde u ordenador del gasto que prioriza la inversión en obras sociales está gestionando adecuadamente.

Decían que no sabíamos administrar, pero en mi mandato, hemos logrado avances significativos. Encontré a Turbaco clasificado como municipio de quinta categoría y lo hemos ascendido a tercera categoría, lo que demuestra un fortalecimiento económico.

¿Acaso no sabemos administrar? Nuestro gobierno ha rescatado la salud de la ruina, ha revitalizado el deporte, ha liberado las regalías y ha empezado a eliminar contratos de concesión. Y lo que no hemos acabado, estamos estudiando, para que el que llegue, a ver si es verdad que tiene la mochila bien puesta, como la usa Guillermo Torres, para acabar con esos contratos de concesión que son lesivos al pueblo.

¿Guillermo, de todas las carencias del pueblo de Turbaco, cuál era la más urgente? ¿Se pudo superar algo?

 Encontramos un problema gravísimo en materia de servicios públicos el agua, por ejemplo, que también es un servicio prestado a través de un contrato de concesión, porque el agua se privatizó. Cuando pregunté a una de estas empresas ¿por qué un barrio empobrecido, una de las zonas más necesitadas de nuestra comunidad, carecía de agua?, su respuesta fue que ese barrio no era rentable. como si el mandamiento de dar de beber al sediento dijera: darle de beber al sediento si paga. El mandamiento no dice eso. Hay que dar de beber al sediento y ya.

Hemos estudiado este contrato y hemos extendido las redes de agua a los sectores más empobrecidos de nuestro municipio, como El Talón, Juan 23, La Línea, que fueron los primeros. Recientemente, llevamos agua a un barrio llamado La Nueva Esperanza y también a otro llamado La Victoria. Además, ayer visitamos el barrio Los Laureles, donde vive nuestro campeón mundial, Kid Pambelé. Estuvo muy contento de ver el agua llegar con fuerza a su casa en Turbaco. 

En Los Laureles, pude encontrarme con Kid Pambelé, al parecer, estaba almorzando cuando llegamos al mediodía. Dejó su comida a un lado y vino a saludar al alcalde. Nos abrazamos y tomamos una bonita foto que seguramente está en Twitter.

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¿Usted sigue componiendo?

No estoy componiendo porque la rendición de cuentas mía la voy a hacer cantando, yo soy un versado en canto, entonces mi rendición de cuentas va ir en forma de verso.  No, no voy a cantar todo porque sería una rendición de cuenta demasiado larguísima, pero sí voy a mencionar en ese canto algunas de las cosas que considero que pueden ser la más importante, como por ejemplo:

“Los corruptos en Turbaco no me dejan de insultar,
como no pueden robar,
por eso es que andan tan guapos,
con su hacienda paralela,
se robaban los impuestos,
como acabamos con esto,
hoy lloran la mondadera,
la mondadera, los tiene locos,
la mondadera, los tiene locos. 
La salud que estaba en ruinas,
La debemos recuperar,
administrar sin robar,

es la mejor medicina.
Escenarios deportivos florecen por todas partes,
también florecen los parques, esa es la rabia conmigo” 

y siempre va el coro: “La mondadera, los tiene locos, la mondadera, los tiene locos”.

 Eso sale, porque una vez yo estaba como muy triste porque me habían dado muy duro. Me habían atacado desde el Concejo muy fuerte. A mí me habían estigmatizado mucho ese día, al mismo Petro desde el Concejo de Turbaco lo han estigmatizado, entonces un amigo me dice: Guillo, no te preocupes, la “mondadera” los tiene locos.

Pero, ¿Qué es eso de “la mondadera»?

 Que no tienen plata, que están mondaos. Que está pelado. Aquí en la costa sí se sabe que es eso. Estoy mondao, no tengo pa comer, porque estoy mondao, estoy limpio.

Guillermo, en algún momento durante su gobierno en la alcaldía se dijo a usted mismo: ¿Qué hago metido en todo esto?

 Al principio, me sentía apurado. Me preguntaba si tendría que renunciar en algún momento. Me reuní con algunos líderes religiosos de confianza y les expresé mis inquietudes. Le dije: ‘Padre, ¿será que a mí me va a tocar renunciar?’ Ellos me aconsejaron: ‘No, Guillo, no lo hagas. Tienes que ponerte una caparazón de rinoceronte.’ Y así fue como la idea de la caparazón de rinoceronte se fue arraigando en mí, como un mecanismo para soportar la estigmatización a la que me enfrentaba.

Petro tiene que ponerse una caparazón de rinoceronte. Lo que está haciendo, lo está haciendo bien. Es esencial que el pueblo respalde su Plan de Desarrollo, el mismo que fue diseñado con su participación. Petro mencionó algo fundamental: ‘Yo llego hasta donde llegue el pueblo.’ Pues no es correcto votar por una persona y luego dejarlo solo, como a los cristianos en el circo para que se lo coma el león. El pueblo debe rodear a su gobierno, ya que el presidente no tiene una varita mágica para hacer milagros.

Lo primordial es construir poder popular efectivo, lo cual es constitucional. Sin poder popular, no importa cuán popular sea el alcalde, porque el alcalde por sí solo no es suficiente. La Constitución establece que el poder emana del pueblo, y el pueblo lo ejerce en forma directa o a través de sus representantes. Personalmente, prefiero que sea de forma directa, ya que el pueblo es el soberano. Y hay que cada día darle más protagonismo al pueblo, más protagonismo al pueblo, más protagonismo al pueblo.

Los que dicen que son revolucionarios vayan al pueblo, organicen al pueblo, eduquen al pueblo, movilicen al pueblo, para que defiendan la conquista y para poder conquistar más cosas.

Guillermo, ¿usted cómo ve el gobierno del presidente Gustavo Petro?

Lo que Petro está viviendo a nivel nacional yo ya lo padecí a nivel municipal, lo que para mí es el Concejo municipal, es el Congreso para él. Lo que le han hecho a él en algunos ministerios, de gente que llega a ver qué provecho saca de la administración, a mí me ha pasado aquí con algunos secretarios. Algunas protestas y cosas que le hacen a él, a mí también me las han hecho aquí. Las traiciones que él ha sufrido y que va a seguir sufriendo, yo ya las he padecido aquí, ¿pero qué le digo yo a Petro? Hay que resistir.

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¿Qué le diría usted a esas personas que aún se oponen al acuerdo de paz, que lo niegan o que simplemente mantienen sus políticas de estigmatización?

Yo les diría que se curen del odio, porque el odio, al fin y al cabo, no destruye al que se le opone, destruye al que lo está sintiendo. Y decirles que por eso de estar odiando, se están perdiendo de una de las cosas más hermosas de la vida, que es la práctica del amor.

 Yo los invito a que practiquen el amor, los invito a que abandonen el odio.

¿Cree en la paz total que propone el presidente Petro? ¿Usted cree que hay espacio para la reconciliación aún?

 Es lo mejor que nos puede pasar en Colombia. Bueno, en mi primer discurso, cuando me dieron la credencial como alcalde, giró alrededor de un tema: quiero hacer de Turbaco un territorio de reconciliación y paz con justicia y amor. En ese son he gobernado. Lo que he hecho como gobierno es enviar un mensaje desde Turbaco para Colombia, en el sentido de que si todos los municipios nos proponemos hacer de nuestro territorio un lugar de reconciliación y paz con justicia y amor, terminaremos haciendo de Colombia un territorio de reconciliación y paz con justicia.

Petro también habla de la política del amor. Bueno, yo me encontré con Petro en mi campaña como alcalde, lo conocí personalmente. Petro era senador y él me vino a acompañar, no sé con qué otro alcalde estuvo, pero por lo menos conmigo sí caminó Petro las calles de Turbaco. Petro se dio cuenta de la relación profundamente amorosa que hay entre Guillermo Torres y su pueblo.

Él lo miró, él lo palpó y Petro se dio cuenta de que esa relación. Bolívar dijo: ‘Nada hay que lo detenga si el pueblo lo ama.’ Esa es la clave. El día que el pueblo deje de amarlo, hasta ahí llegaremos. Y tú, para ganarte el amor del pueblo, tienes que darle amor al pueblo. Esa es la clave.

«YO LO MANDÉ A MATAR POR ORDENES DEL EXPRESIDENTE URIBE POR PROTESTAR EL PARAMILITARISMO»: EX GOBERNADOR DE SUCRE

Esto es de hace unos 3 meses. Una de esas noticias y/o rumores que, por alguna razón, no se publican, así estén en fase investigativa. Y no se trata precisamente de un *anónimo*👇

«Yo fui el autor intelectual de la muerte de Edualdo Díaz por obedecer órdenes para llevar a cabo e proyecto paramilitar en Sucre, yo pido perdón pero el expresidente también debería pedir perdón«, señala el ex gobernador del departamento de Sucre, Salvador Arana.

Cabe resaltar que esta sería la primera vez en la que el ex gobernador de Sucre, aliado de los paramilitares, asume la responsabilidad aunque lo hizo parcialmente (Culpó al expresidente Álvaro Uribe Vélez) del asesinato. También pidió perdón a la familia del asesinado ex alcalde de El Roble, Sucre Eudaldo Díaz.

“Pido perdón porque yo lo mandé a matar por órdenes del expresidente Uribe, pero yo podía no hacerlo pero lo hice, cuando el expresidente lo escuchó protestando contra la propuesta del paramilitarismo en Sucre, me dijo que tenía que quitarlo del camino como fuera, que él me sacaba del país si el asunto se calentaba, que los mismos muchachos (Paramilitares, héroes de los Montes de María) que ellos hacían el trabajo aunque pude pedir que lo dejaran vivo, por mi error pido perdón a los familiares del ex alcalde Díaz”.

Lo anterior se conoció a través de la W, medio que tuvo acceso al más reciente testimonio rendido por el ex gobernador de Sucre, Salvador Arana, ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP); en el que por primera vez el exmandatario departamental reconoció su responsabilidad como autor intelectual del asesinato del exalcalde de El Roble (Sucre) Eudaldo Díaz en 2003.

“Yo no puedo darles ahora los detalles sobre cómo murió su padre, pero sí les diré algo aquí que nunca en 20 años he dicho y que lo oculté a la justicia ordinaria: yo fui el autor intelectual de la muerte de su padre, hermano, esposo Eudaldo Díaz. Hoy reconozco esto ante ustedes aunque me cuesta, tengo que decirles la verdad, lo hice por obedecer a un gobierno que quería imponer el paramilitarismo en Colombia, quería que todo el presupuesto del municipio se lo dieran a los Héroes de los Montes de María grupo asesino paramilitar y les pido de corazón que puedan perdonarme, estoy muy arrepentido, pude desobedecer la orden pero lo mandé a matar”*, sentenció Arana ante los asistentes.

Conforme con lo dicho por el gobernador y conocido por W Radio, reconoció al exalcalde Eudaldo Díaz (cuyo caso por su homicidio llegó hace unos meses a la CIDH) como un hombre que fue asesinado por tratarse de alguien que “se opuso a la expansión del proyecto paramilitar en Sucre, el proyecto paramilitar impuesto por el expresidente Uribe, combatió la corrupción en su municipio, murió por perseguir una sociedad más justa, más equitativa, más pacífica”*, sentenció.

https://www.kavilando.org/lineas-kavilando/conflicto-social-y-paz/9430-yo-lo-mande-a-matar-por-ordenes-del-expresidente-uribe-por-protestar-el-paramilitarismo-exgobernador-de-sucre

Revelan la historia secreta de cómo cuatro niños indígenas sobrevivieron 40 días

Tomado de Noticia y Punto

“Esta noche me comunico con ellos, me dirán dónde están los niños y mañana vamos a recogerlos”. Fue en la mañana de este jueves cuando don Rubio, líder de los indígenas de Araracuara, sentenció que la pesadilla estaba a punto de terminar. Lo encontré en su campamento, cerca de la avioneta siniestrada. Había celebrado una primera toma de yajé, que resultó fallida. Pero estaba convencido de que la segunda arrojaría la luz anhelada. Que los duendes, por fin, aceptarían entregar a los pequeños.

Lesly, Soleiny, Tien Noriel y Cristin aparecieron este viernes en un punto muchas veces revisado. Fue el lugar donde la unidad Dragón 4, de las Fuerzas Especiales, encontró el pasado 15 de mayo el primer refugio de los niños, los restos del maracuyá, las tijeras y la moña, a 3 kilómetros del avión siniestrado. “Milagro”, gritaron los soldados de la unidad TAP 1 que los encontraron. La palabra clave que habían acordado en la Operación Esperanza para dar la noticia retumbó por todo el país 40 días después del accidente. “Los niños están vivos, aguantarán porque están protegidos por el dueño de la Naturaleza y vamos a recuperarlos muy pronto”, me había dicho Manuel, el papá, tan solo 24 horas antes.

Descansaba en una hamaca de su campamento, todavía somnoliento, porque había permanecido despierto casi toda la madrugada, aguardando la sentencia del yajé. “Es un misterio. Nos sorprende a todos. Es una zona que nosotros trillamos, y en esa área no hay cuevas, ni selva espesa, ni nada que no hubiésemos registrado”, me dice sorprendido un soldado. “Estamos felices. Es un signo de esperanza, de vida. Una emoción muy grande para los que pasamos semanas buscando a los niños sin perder nunca la fe”.

Habían sido los primeros en llegar al punto del siniestro, el 6 de mayo. Ahora les parece que ha transcurrido una eternidad desde que dieron con el refugio donde los niños debieron pasar las dos primeras noches. Luego vieron el maracuyá, apenas mordido, la moña y las tijeras. Los primeros signos de vida. Después, la avioneta estrellada y, más tarde, cuando pudieron acceder a la cabina, los tres cuerpos sin vida de los adultos. La sorpresa, como todo el país ya conoce, fue la ausencia de los pequeños. “Es un milagro”, murmuraron los soldados. A nadie se le ocurrió entonces levantar la voz para anunciarlo.

En esas jornadas iniciales, las Fuerzas Especiales actuaron silenciosas, haciéndose invisibles, lo habitual en sus misiones. “Nos dimos cuenta de que había que modificar el procedimiento, hacer ruido, gritar el nombre de Lesly, hacernos sentir para que los hermanitos nos vieran”, relata el soldado, que pide, como los demás, que mantenga en reserva su identidad. Aun sin confirmar la ausencia de guerrilla por esos parajes, estaban decididos a asumir los riesgos. “Era una experiencia nueva para todos. No es lo mismo seguir el rastro de enemigos, sin que se den cuenta, que el de un grupo de niños perdidos”.

Si debieron ajustarse a las circunstancias especiales, el arribo de los indígenas de la Amazonía, unos diez de Araracuara y otros tantos de Putumayo, les abrió un horizonte nuevo. “De nosotros, aprendieron a navegar con el GPS. Y ellos nos enseñaron mucho de la selva, de sus tradiciones, de su profunda espiritualidad”, cuenta el soldado.

Aunque cada grupo ha respetado sus espacios en todo momento, con el pasar de los días lograron establecer una hermosa hermandad que solo tenía por objetivo hallar con vida a Lesly y a sus hermanos. Los hijos de don Manuel han sido el centro de sus encuentros, conversaciones, del intercambio de saberes y experiencias. El mundo exterior y sus problemas quedaron atrás, su universo se redujo a unos kilómetros de selva virgen.

“Además de conocer los secretos de la selva, la mayoría de los de Araracuara participó en otros rescates”, anota un militar. Quedaron admirados de sus conocimientos de plantas, de bejucos, como el que cortó don Manuel con su machete y brotó un chorro de agua, y respetan sus creencias y tradiciones ancestrales.

Uno de los líderes indígenas explicaba que cada selva virgen tiene un dueño, y una noche se le presentó uno en forma de oso, reclamando su tierra. “Váyanse, los niños no están por estos lados”, le gritó enfadado el propietario. Había oscurecido, su grupo estaba agotado y no le hicieron caso. “Como no nos movimos, nos mandó un aguacero”, concluyó el líder.

Al término de cada jornada, cuando caía la noche, los indígenas celebraban un ritual para hallar respuestas a tantas incógnitas. Masticaban mambe, quemaban ají y don Rubio se comunicaba con un abuelo del más allá. Según relatan, en el pasado libraron una guerra con los duendes de la selva, que son una suerte de energía que se encarna en tigre, en danta, en otros animales. Para espantarlos, esparcen ají quemado, como si fuese incienso, por los parajes por donde habitan esos seres malvados.

“Es misterioso cómo sobreviven los niños”, señalaba otro nativo de Araracuara el jueves de esta semana. “De acuerdo con nuestras creencias del Amazonas, cada territorio tiene un manejo y esta es cultura del Yuruparí. Después de unos días, los seres de la zona se apoderaron de los niños. Cuando aparezcan, estarán en buenas condiciones porque ellos los habrán cuidado”.

Por muy caminantes que fueran los hermanos, parecía inverosímil que lograran avanzar más allá de las decenas de kilómetros escudriñados por curtidos soldados. En ellos nada ha sido improvisado. En San José del Guaviare y en Bogotá, marcaban las nuevas rutas conforme a las pistas que iban apareciendo y los obstáculos naturales.

“Cada amanecer, cuando comenzamos la jornada, nos decimos: hoy es el día que los encontramos”, me aseguró convencido un soldado. “Los milagros existen. Casi todos somos papás, vemos nuestros hijos reflejados en ellos. Vamos a encontrarlos”. Y tenían razón. Los hallaron sanos y salvos.

Villa Campestre, una infamia contra 72 familias de Florida, Valle

La Unidad Investigativa del periódico El País de Cali, revela cómo se fraguó la construcción de una urbanización irregular en ese municipio y por qué los responsables aún no han sido castigados. Panorama, denuncia y soluciones.

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Villa Campestre es una ironía. Una burla ante la desgracia que padecen 400 personas desde finales de 2007. Es una calle larga donde se apiñan 72 casas que amenazan con venirse abajo. Pero este remedo de urbanización es también un humedal y una quebrada, aunque sus habitantes no reciban agua potable.

El drama que sufren los pobladores de Villa Campestre es un nefasto monumento a la desidia de las autoridades y a la corrupción administrativa. Y está muy cerca, a una hora de Cali, en Florida, Valle. Esta obra es el modelo de lo que no debería pasar con los subsidios estatales de vivienda y, especialmente, con las ilusiones y los ahorros de las familias pobres de la región.

Villa Campestre es una obra hecha en el lugar equivocado, una vergüenza de tal tamaño que hace tres años y medio el juez 13 Administrativo de Cali ordenó al municipio de Florida, en fallo de primera instancia, demoler las casas y reubicar a sus pobladores, así como recuperar ambientalmente el terreno, impedir su uso en nuevas construcciones, cuantificar los costos y recuperar de los dineros invertidos para evitar el detrimento patrimonial. También compulsó copias a la Contraloría y la Procuraduría, así como a la Fiscalía para que encuentren a los responsables de este atraco a las finanzas públicas y a la confianza de esas familias que hoy viven en peligro.

El golpe

Villa Campestre quiso ser un proyecto de vivienda de interés social que nació el 12 de diciembre de 2005, cuando el Concejo de Florida aprobó el Acuerdo 326 por medio del cual “se adiciona un área de expansión” al Plan de Ordenamiento Territorial, medida que se vendió como favorable pues solucionaba, en parte, la falta de espacio donde construir nuevas residencias que aun hoy afecta a ese Municipio. El proyecto, que fue liderado por el alcalde de la época, Hugo Venancio Córdoba, y su secretario de Planeación, Alexánder Pérez, obtuvo la aprobación del Concejo, tanto en la comisión de plan y tierras como en la plenaria.

Tal parece que a ninguno de los concejales del momento, ni al Alcalde y su Secretario de Planeación, les generó dudas que el propietario del lote seleccionado para la obra, el cual se benefició con el permiso otorgado por el Concejo, fuera el cabildante Luis Gonzaga Granada.

Tampoco llamó la atención de los funcionarios y concejales que dieron el visto bueno, que este no contara con permiso de la Corporación Autónoma del Valle, CVC. Algunos de los implicados aseguran que cuando estudiaron el proyecto si contaba con el permiso de la autoridad ambiental, incluso afirman que el documento fue aportado por el propio Gonzaga. Consultada la entidad sobre este incidente, un vocero autorizado confirmó que dicho papel era falso y que por tal razón el funcionario de la CVC, Manuel Fernández, formuló en su momento, denuncia penal por el presunto delito de falsedad en documento público.

Por estas razones y por haber violado el POT, la secretaría jurídica de la Gobernación del Valle mediante oficio fechado el 18 de enero de 2006, dirigido al alcalde de Florida, devolvió el Acuerdo del Concejo que daba vida al proyecto de vivienda porque, según el documento, “no se cumplieron los trámites de concertación y consulta ciudadana ordenados en los artículos 24 y 25 de la Ley 388 de 1997”.

Pero era tanto el afán por levantar Villa Campestre que Pérez, el secretario de Planeación de Florida en esos años, sin tener en cuenta la objeción de la Gobernación, expidió la Resolución de Urbanismo y Construcción #15 con fecha del 17 de marzo de 2006, mediante la cual otorgó permiso de construcción a la firma Dimerco (ver recuadro), seleccionada por la Alcaldía para ejecutar la urbanización. Ni la Administración Municipal liderada por Córdoba, ni el Presidente del Concejo del momento, Miyer Huependo, actual diputado del Valle, acataron la objeción hecha por la Gobernación, pues siguieron adelante con las gestiones que permitieron la construcción irregular.

La demanda

Mientras el Alcalde de la época y su Secretario de Planeación firmaban los trámites que dieron vida a la urbanización campestre, 72 familias de corteros de caña juntaban ahorros y se hipotecaban con los bancos para completar su aporte, todo eso para convertirse en propietarios.

Sin embargo, las sospechas de que algo andaba mal comenzaron a mediados del 2007, cuando la constructora Dimerco y algunos políticos locales empezaron a entregar las viviendas sin mucho ruido, una por una, “como si les diera vergüenza”, recuerdan algunos vecinos de la zona. “Acá no hubo inauguración ni grandes fiestas, solo vimos al concejal Gonzaga y algunos de sus amigos, pero no volvieron porque la gente les reclamaba por lo mal hechas que quedaron las casas”, confirmó uno de los líderes de Villa Campestre. La dicha de ser propietarios les duro muy poco.

Corría el 2008, un año después de estrenar las casas, cuando los corteros de caña se quejaron con el senador del Polo Democrático, Alexánder López, por las pésimas condiciones en que vivían y los riesgos para la salud que los afectaban. “Por estas casas que están llenas de goteras y que amenazan con caernos encima, la constructora Dimerco nos cobró $18 millones, la mitad se pagó con el subsidio estatal y el saldo ($9.000.000) nos tocó reunirlo a cada familia”, le explicó uno de los voceros de la comunidad.

Fue entonces cuando el abogado Rubén Darío Sánchez, quien trabajaba en ese momento con el senador del Polo, instauró una acción popular contra el Municipio y el Concejo de Florida, la Secretaría de Planeación y Dimerco, con el fin de proteger los derechos colectivos de esa comunidad pues buena parte de las construcciones empezó a mostrar deterioro y los servicios públicos prometidos jamás llegaron, amén del daño ambiental.

La acción popular fue fallada a favor de los corteros de caña en primera instancia por el Juez 13 Administrativo de Cali en noviembre de 2010. Como los condenados apelaron la decisión, la magistrada Bertha Lucía González, del Tribunal Administrativo del Valle, luego de estudiar el caso, confirmó la condena y la amplio vinculando también a la constructora Dimerco como responsable, eso ocurrió en julio de 2011.

Ante la inconformidad de la constructora, su apoderado judicial solicitó al Consejo de Estado seleccionar para revisión la acción popular, sin embargo, en noviembre de 2011 esa alta corporación confirmó la totalidad del alcance de la sentencia de segunda instancia, lo que dejó sin más posibilidades de pataleo a las entidades condenadas.

No hay plata pa’ tanta gente

Superado el enredado jurídico, finalmente la Administración Municipal de Florida quedó obligada a reubicar las 72 familias, para lo cual los jueces le dieron dos años. Plazo que se cumplió hace un año y medio, en noviembre de 2012, ya que la sentencia quedó en firme tras el pronunciamiento del Consejo de Estado. El Municipio, además, debe realizar la recuperación ambiental de la zona, una vez saque a las familias del lugar y haga la demolición de las 72 viviendas. Para dicho trabajo tiene que seguir un plan de acción definido por la CVC y contaba con un plazo de tres años pero este se venció hace seis meses.

Los jueces también ordenan a la Alcaldía de Florida que cuantifique los costos que le signifique acatar dichas órdenes y que proceda a cobrarles a los exfuncionarios que hicieron posible este descalabro con el fin de evitar un detrimento patrimonial. Sin embargo, ni el concejal Gonzaga que vendió su lote para construir la urbanización, ni los concejales que aprobaron la obra, como Miyer Huependo actual diputado del Valle, ni el exalcalde Córdoba y el secretario de Planeación Pérez, que la propusieron y la adjudicaron, ni la constructora Dimerco que la ejecutó con graves defectos, ni uno solo de los implicados en este entuerto, ha pagado un solo peso por lo que hizo.

La razón, según el alcalde actual de Florida, Tulio González Forero, es que “solo puedo cobrarles cuando terminemos todas las obras y sepamos cuánto en realidad nos van a costar” y agrega “hemos calculado que la reubicación de las personas, la demolición y recuperación ambiental del sector nos pueden terminar costando un poco más de $4000 millones”. El mandatario aclara que para cumplir con el fallo “ya seleccionamos otro lote que si tiene los permisos y estamos en negociaciones con una constructora para que inicie las obras; estamos atrasados porque el municipio no contaba con esos recursos, recuerde que esta es una herencia que me dejaron los anteriores alcaldes.

Pese a ello, logré comprometer de las regalías $10 millones por cada familia y el Ministro de Vivienda nos prometió un aporte de $15 millones por cada casa, al final vamos a tener unas soluciones de vivienda de $25 millones cada una”. Pero la solución que plantea el Alcalde no es tan sencilla de poner en marcha, como explica Fredy Perea, actual secretario de Planeación, “la sentencia habla de 72 viviendas pero solo existen 30 viviendas con escritura, las demás tienen promesa de compraventa, otras solo tienen un recibo y algunos nada que demuestre que son propietarios, adicionalmente, existen ocho casas que aun aparecen a nombre de Dimerco” y concluye, “vamos a construir las 72 nuevas viviendas pero solo vamos a incluir en la reubicación a las familias que puedan demostrar que son propietarios”.

En el limbo seguirán las familias que no puedan demostrar que son propietarios, aunque la Alcaldía dijo a este medio que reconocerá una ayuda a quienes viven de arriendo en el lugar. Llama la atención que la Administración de Florida tampoco ha adelantando ninguna gestión u obra de mitigación en Villa Campestre, aunque el fallo incluye la orden para que tome todas las medidas necesarias con tal de evitar un drama mayor mientras la reubicación está lista.

Y eso que el alcalde González ya fue multado con diez salarios mínimos mensuales por el desacato a una tutela que lo obliga a cumplir la totalidad de la sentencia. “Me pueden meter preso por ese tema pero es que no me puedo volver plata. Para mediados del próximo año tenemos el asunto resuelto”, aseguró a reporteros de este diario.

Abuso de autoridad y atracos colectivos en Bogotá

Por: Santiago Martínez Hernández / Juan David Laverde Palma
Aroldo José Villanueva, de 52 años, es licenciado en ciencias sociales, politólogo y funcionario de la administración de Gustavo Petro.
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Actualmente trabaja en la oficina de control interno del Instituto Distrital de Participación y Acción Comunal.
El pasado 23 de diciembre por poco lo atracan en pleno centro de Bogotá. Cuando fue a denunciar el hecho a un CAI cercano, dice, se negaron a recibir su reclamo y, al contrario, terminó detenido esa noche en la UPJ de Puente Aranda. En diálogo con El Espectador, contó en detalle su calvario, un relato tan escabroso que este diario prefiere publicarlo así, en sus propias palabras. “Esta odisea comenzó el domingo 23 de diciembre. Mi jefe me pidió unas cosas —nosotros tenemos una oficina en el centro de Bogotá, una cooperativa de transporte en la calle 23 con 13—. Apenas terminé me fui caminando hacia mi casa, ubicada en Teusaquillo. Hacia las 6:30 p.m., por el sector de La Rebeca, me salieron dos tipos con un puñal y una navaja. Estaba atracado, pero justo llegó una moto de la Policía y se los llevaron. Los uniformados me dijeron que en media hora o una hora llevaban a los tipos al CAI para que fuera y los denunciara por el porte de armas y el intento de atraco. Cuando llego a la estación de Policía no estaban ni los delincuentes ni los motorizados, sólo un uniformado identificado con el número 30676 que me dice que no los puedo denunciar porque el atraco no se llevó a cabo.
Exaltado le respondo que conozco mis derechos y que como funcionario de la Secretaría de Gobierno del Distrito es mi deber denunciar lo que había pasado. El tipo me dice: ‘Ah, ¿muy bravo? Ahora que llegue el camión te monto a ti’. Yo le respondí indignado: ‘Entonces gánate la lotería’. Cuando llega el camión los vecinos que me conocen le dicen al policía que la estaban embarrando conmigo, que a mí casi me atracan y que de víctima no podía pasar a sospechoso por denunciar. Él respondía que le importaba un carajo, y a lo que llegó el camión, a punta de empujones me subió. Sabía que estaban violando mis derechos porque hasta el año pasado fui miembro del Comité de Derechos Humanos de la localidad de Puente Aranda. Me puse como carne de cañón. Pero si hubiera sabido lo que iba a vivir allí no lo habría hecho y hubiera entregado mis cosas a los vecinos. Yo soy harlista, tengo chaqueta, canguro, correa, guantes y gafas marca Harley Davidson. Y todos los domingos me visto así.
Durante el recorrido comienzan a pasearme por todos los CAI de la localidad de Santa Fe. En el camión se monta de todo: habitantes de calle, infractores, borrachos y sospechosos. A todo el que iba subiendo lo atracaban tres sujetos, entre los que estaban los dos que intentaron robarme. Más de 40 personas que se subieron al camión fueron asaltadas. A mí me quitaron un celular y $250.000. Cada vez que pasábamos por un CAI le decía al uniformado que abría y cerraba la puerta del camión que me dejara hablar con el comandante, que nos estaban robando, pero la respuesta eran golpes y golpes. Los tipos que nos robaron me señalaban y me decían: ‘Allá adentro me las paga’. Se referían a cuando llegáramos a la Unidad Permanente de Justicia (UPJ) de Puente Aranda. Fue terrible. Ahí la que mandaba era la delincuencia. Asustado, mientras estaba en el camión logré comunicarme con mi casa con el segundo celular, que no me robaron. Uno que camuflé. Hasta llamé a una amiga que es procuradora de familia, Yaneth Suárez Caballero. También le conté a un hijo mío que es abogado en Barranquilla y le di las placas de los agentes y del móvil en el que me conducían. Igual, ninguno de ellos pudo hacer mayor cosa.
Dentro del camión, durante esas siete horas —entre las 6:30 p.m. y la 1:30 a.m. del 24 de diciembre— viví un atraco colectivo con complicidad de unos policías. Eso lo denuncié ya a la Fiscalía. Allí no se cumplen los procedimientos policiales, a nadie requisan, o por lo menos no a estos tipos que atracaron a más de 40 personas. Esto es inaudito. Es como un paseo millonario. Y no es la primera vez que ocurre. Hay denuncias sobre denuncias de que eso pasa durante el recorrido siniestro y macabro mientras usted llega a la UPJ de Puente Aranda. Una vez allí le informé a un policía lo ocurrido, que nos habían atracado en el camión. Otras de las víctimas también corroboran mi denuncia, pero no me dejan escribir ni dejar constancia en la minuta de lo que pasó. Terrible. Lo que sigue es el primer paso de la humillación. Cuando lo reseñan a uno lo desnudan y le quitan los cordones. Después te dicen que no puedes entrar con ciertos objetos: USB, gafas, celulares, esferos, y solamente te dejan ingresar el chip del celular, pero no te dan acta de decomiso ni permiten el uso de locker. Apenas reclamo, un policía en una bata me empieza a pegar puños en la cara y con el bolillo. Él es el que me roba mis cosas: las gafas, el cinturón y todas las cosas de Harley Davidson.
Lo que ocurre en las UPJ es inhumano. No podía creer lo que me estaba pasando. Lo peor estaba por pasar. En esas UPJ se vende y se consume droga. Yo ya conocía la UPJ de Puente Aranda. Había ido en calidad de funcionario para velar por los derechos humanos. Ahora estaba como sospechoso, ¡por denunciar! Increíble. Cuando finaliza el proceso de identificación allí y cuando nos iban a llevar a los pabellones me resisto porque sabía que si entraba al mismo lugar con mis atracadores, a quienes denuncié una y otra vez, mi vida podía correr peligro. Habría sido una calamidad. Entonces me aferro a una reja y comienzan los policías a darme bolillo. Yo les decía que no y les explicaba. Ellos insistían, bolillo en mano, ‘para arriba, para arriba’. Hasta que por fin aparece una mujer policía y me pregunta qué me pasa. Ella decide abrir un calabozo del primer piso y hasta las 2:30 a.m. me quedo ahí solo. Luego comienzan a llenar mi pabellón con más de 250 personas, la máxima capacidad permitida, y es cuando empiezo a ver de todo: droga por todas partes. Y la policía no hace nada.
Lo más inhumano es cuando se empieza a llenar y uno les pide a los policías un baño. ‘Necesito dar del cuerpo’, les digo y su respuesta no se me olvida: ‘Hágalo como quiera’. Entonces les digo: ‘Pero estas unidades sanitarias que están ahí son para el servicio de uno’. Sólo hasta la mañana siguiente le permiten a uno hacer uso del baño, lo cual es violatorio de los derechos humanos. Al final de la noche ese pabellón estaba lleno de mierda y orines. Imagínese el olor que había. Es la infamia más grande que puede pasar un ser humano. Lo peor es que ahí adentro comienzan unas lealtades al estilo Al Capone. Si usted quiere dormir un rato le dicen que lo cuidan, pero por plata. Aparece como un capo en el pabellón al que toca darle plata. Si quieres consumir droga, lo puedes hacer sin problema. La gente paga $1.000, $2.000, $5.000, hasta $10.000, por un ‘pase’. Es el comercio más asqueroso que hay allí en ese momento. Y sobre las 6 de la mañana, uno ya con ganas de salir, le empiezan a decir que a las 7, que a las 8, que a las 9, y la gente ya muerta del hambre cae en otra trampa: allá le venden a usted un tinto con un pedacito de pan y de salchichón por $5.000. Una actividad que tampoco es legal y que también la denuncié.
Finalmente a las 11:30 de la mañana del 24 de diciembre nos dieron salida. Empieza uno a hacer fila y sale como ganado. Se firma un libro y luego la odisea es para recuperar las pertenencias cuando ni siquiera me hicieron un acta de las cosas que me quitaron. Cuando reclamé mis cosas nada más encontré un celular. Por eso los denuncio por hurto. De inmediato le comenté a un sargento del robo. Me identifiqué como funcionario público, pero ellos son ciegos porque es la ley del bolillo, las patadas, los puños y la vulgaridad. El uniformado me dijo que me fuera para mi casa y que al día siguiente fuera al mismo CAI del Centro donde me montaron al camión para denunciar. Yo de pendejo fui el 25 de diciembre. Y entonces me ponen a dar vueltas: que fuera a Medicina Legal, luego que a Paloquemao, después que a una URI en Puente Aranda. Ahí un señor de la Fiscalía me dijo: ‘A usted le están tomando del pelo para que se le pasen todas las secuelas que tiene de golpes en su cuerpo. Vaya a su EPS’. Le agradecí. Arranqué para Colsánitas y de inmediato me dieron incapacidad porque no podía ni caminar. También me remitieron de nuevo a Medicina Legal y allí un médico legista determinó que la incapacidad debía ser por 12 días.
Es que me golpearon en la cara, costillas, manos, piernas. Jamás me había pasado algo como esto en mis 52 años de vida. Por eso no dudo en denunciarlo. Yo soy licenciado en ciencias sociales, politólogo con una maestría en administración pública y he trabajado en la Personería, la Contraloría y la Secretaría de Gobierno de Bogotá. He sido jefe de servicios generales, jefe de presupuestos de la Contraloría Distrital, jefe de recursos humanos. Ahora me desempeño como profesional especializado en el Instituto Distrital de Participación y Acción Comunal, Idpac, que maneja todo lo que tiene que ver con las Juntas de Acción Comunal. Tengo tres hijos: uno abogado, una psicóloga y una médica. Mi familia estaba asustada en un principio cuando les dije que iba a denunciar lo que me pasó. Les hice entender que como funcionario del gobierno distrital era mi obligación hacerle saber a las autoridades de estos abusos, de lo ocurrido con el camión, de lo que vi en la UPJ, de cómo los más mínimos derechos humanos no se me respetaron y, al parecer, no se respetan en estas unidades.
En todo este calvario, los golpes, los bolillos, el maltrato, vi casos de corrupción, nepotismo, abuso de autoridad, negación de la justicia, incumplimiento de la sentencia constitucional del debido proceso, consumo y venta de estupefacientes y microtráfico de drogas. Les digo más. No voy a claudicar en mi denuncia. Estos señores deben responder por sus acciones. La Procuraduría y la Fiscalía deberán evaluar lo ocurrido. Tengo las placas de tres de los policías que me agredieron. Pero en total fueron seis. Tengo todas las pruebas que acreditan estos abusos. El informe de mi EPS, la incapacidad de Medicina Legal, el registro de las llamadas en donde informaba lo que me estaba pasando en el camión, en fin. Además, como servidor del Distrito conozco mis derechos. Es absurdo que yo que voy a judicializar a unos delincuentes que por poco me atracan termine después atracado en el camión de estacas de la Policía. Y que, además, no me hayan dejado denunciar esto en el CAI ni en la UPJ ni en ninguna parte.
Voy a ir hasta las últimas consecuencias. …Le mandaré esta denuncia al comandante de la Policía Metropolitana de Bogotá, general Luis Eduardo Martínez; al secretario anticorrupción; al Defensor del Pueblo; al Ministerio Público. Esto que me pasó no le puede pasar a la gente que por confiar en las autoridades, por acudir a la denuncia de unos delincuentes, termine tratada como el peor de los bandidos. Esto no puede pasar”.

La colonización antioqueña del norte colombiano: El fín del mito paisa

Por Marta Lucia Fernández Espinosa 726733420especial para La Pluma

A propósito de los diálogos entre las FARC y Santos

Carlos Gaviria Troconis, proveniente de España, llegó a Medellín en 1674 al mismo tiempo de su fundación, y ya figura como gobernador de Antioquia, en 1676 y 1679; haciéndose dueño de un territorio que iba desde “La Mosca, cerca de Rionegro, hasta la parte más alta de Granizal, en Copacabana”1, sabido como es que también el pueblo de Sopetrán se reclama el apellido Gaviria de esta misma descendencia como objeto de sus orígenes. Entre sus descendientes encontramos a Isabel Gaviria Duque, esposa de Carlos Eugenio Restrepo Restrepo; a César Gaviria Trujillo quien además de autor de los procesos conducentes al TLC y los ajustes necesarios de la nueva constitución es también padre de Simón Gaviria quien pretendió implementar la reciente reforma a la justicia; cuya madre Ana Milena Muñoz Gómez, es descendiente de la familia Calderón que la emparientan con el presidente Juan Manuel Santos y la familia Gómez de Antioquia.

De esta descendencia es también Pablo Escobar Gaviria, Luis Guillermo Gaviria Echeverri (dueño de las tierras de Urabá que mayor conflicto social y desplazamiento han ocasionado a los colombianos en los últimos años) e incluso a José Obdulio Gaviria y su hermano Luis Mario Gaviria Vélez quien coordina el programa presidencial de acción social en Urabá que registra a los desplazados. Pero a esta familia pertenece aún Carlos Gaviria Díaz este ser, que pudo ganarse la confianza de tantos incautos, ha fabricado en sus manos la constante división del Polo Democrático y su eminente distancia con los movimientos sociales. En su reciente expresión de que “el sujeto político que es el pueblo está por construir”, se esconde el arribismo de estas castas negadoras de lo popular, toda vez que es el predicado de sus posturas más definidas: la indisposición por las negociaciones de paz y la satanización del movimiento Marcha Patriótica. De esta estirpe provienen los “liberales de Rionegro”, un apellido y color político de estos matices se le sale a cualquier descendiente en el momento menos esperado.

Los territorios de Urabá en manos de los Gaviria, en las misma tierras y momentos en que confluyen intereses estadounidenses a principios del siglo XX podría dejar en claro una historia que ya se va destiñendo y como un lienzo viejo empieza a mostrar los trazos que ocultaba. Podría acaso parecernos una coincidencia el hecho de que Mariano Ospina Pérez se encuentre en Guatemala en los tiempos en que Minor Keith, quien iba a fundar la United Fruit Compañy, se encuentra en Costa Rica y que ambos estén interesados en fundar empresas agrarias unidas a ferrovías y canales? Podría parecernos inocente que Mariano Ospina se hubiese hospedado en albergues jesuitas en Guatemala y que regresara a Panamá justo en los momentos en que se preparaba la arremetida oportuna de la separación de Panamá?

Proveniente de Viscaya y quien se instaló en San Jerónimo a finales del siglo XVII, un tal Antonio Echavarría Jauregui, de quien descienden personas bastante calladas y guapas para conseguir platica y financiar el poder local, tanto el legal como el ilegal, según se deja ver con Nicolás Echavarría Mesa, que “produce en Urabá y comercializa en Europa 72 millones de dólares de banano. Sin problema cambia su corbata por una sencilla camiseta para acompañar a Santos en manifestaciones públicas. Él va por respaldos económicos, pero también por el calificado voto de hombres que manejan corporaciones cuyos patrimonios se cuentan en billones de pesos, que viven bien datiados, que les hablan al oído a los gobernantes y que son protagonistas de la vida económica y social.”2

Pero al mismo tiempo Nicolás Echavarría Mesa, hace parte del grupo de bananeros de Urabá inculpados por el sostenimiento de grupos paramilitares. Jorge Alberto Uribe Echavarría (ex ministro de defensa de Uribe, en tiempos en los cuales se llevó a cabo la masacre de San José de Apartadó del año 2005, en un proceso en el que han resultado condenados algunos paramilitares y se han visto implicados treinta militares) y Nicolás Echavarría se han vinculado al apoyo directo tanto a Uribe como a Santos, abandonando la tradicional actuación detrás del telón que ha conservado la familia Echavarría, actitud con la que posan de estirpes nobles y de personajes de bien caídos del cielo.

La colonización del occidente colombiano tan afamada es hermana de sangre del proceso colonizador hacia el norte de Antioquia, una historia vergonzosa y sangrienta en la que Gaviria, Echavarría, Posada, Tobón, Ospina son algunas de las familias más descollantes de la industria medellinense que colonizaban y desmembraban el departamento de Bolívar y el Urabá a fuerza de establecer haciendas ganaderas y agrícolas. Desde 1912, a dos años de fundada la Sociedad Ganadera Berástegui, se conforma la Sociedad Agrícola del Sinú, que adquiere la Hacienda Marta Magdalena (hoy conformada por las fincas: EL UBÉRRIMO de Uribe Vélez, Doble Cero de Doble Cero, Cedro Cocido de Fidel Castaño y Campamento de Salvatore Mancuso); ambos proyectos antioqueños que para entonces se extienden hacia el norte, en límites entre Antioquia y Bolívar. El período siguiente coincidirá con la presencia de empresas estadounidenses, que van a enfrentar las organizaciones sindicales nacientes del agro.

Es este el escenario en el que aparece la United Fruit Compañy que luego será la Chiquita Brands a la que nos acostumbramos a ver como llegada de fuera, sin vínculo directo con los empresarios nacionales. Ospinas y Echavarrías se abanderan del auge ganadero en Colombia, según las propias palabras de Guillermo Echavarría Misas (hijo de Alejandro Echavarría, hermano de Diego Echavarría Misas y dueño de la hacienda Mundo Nuevo, una familia que se ha pretendido filantrópica y forjadora de la industria antioqueña), y que conocemos a través del valioso texto La Instauración de la Ganadería en el Valle del Sinú, de Gloria Isabel Ocampo. “fue por la ida nuestra de los antioqueños allá, los Ospina y los Echavarría, fuimos los que animamos a la gente de aquí, eso se llenó de antioqueños después” Y al parecer, de acuerdo con la misma autora, los Restrepo, Posada y Tobón, Escobar, Vásquez, Correa y Moreno, con sus casas comerciales, fueron socios de la Hacienda Marta Magdalena.

En 1948 se inicia la creación y en 1952 se concluye la fundación el departamento de Córdoba en tierras en las que Gumercindo Montoya (el suegro de Heriberto Echavarría) y Nicolás Echavarría ya extendían sus dominios terratenientes. El proceso de consolidación y expansión de estos hacendados ganaderos, va a coincidir con el Frente Nacional. Se suma a los eventos álgidos de 1948, con el asesinato de Gaitán, la reunión de la ONU en Bogotá, el surgimiento de RCN, la fundación de campeonatos nacionales de fútbol, el nacimiento del departamento de Córdoba, arrancado “de buena fe” de las tierras que otrora fueran del departamento de Bolívar, así como en 1966 otros territorios conformarán el departamento de Sucre. Robados a Bolívar estos territorios de Córdoba y Sucre, parecen plantearnos un extraño ajedrez en donde las piezas de los antioqueños parecen burlarse de lo poco que de (Simón) Bolívar iban a dejar en Colombia.

El triunfo de José María Córbova en Cartagena en 1821 parecía una premonición de lo que anhelaban concluir los colonizadores antioqueños y que hemos ido observando en los últimos años: el dominio absoluto del Caribe colombiano. No obstante Antonio José de Sucre nos recuerde al emblemático Mariscal de Ayacucho, el sucesor que Bolívar hubiese querido en su lugar; también este nombre nos recuerda al presbítero Antonio José de Sucre Alcalá, su sobrino, el sectario ideólogo conservador que se enfrentó a los liberales radicales de 1863 y que fuera un héroe para los conservadores. El mismo que compartiera la cárcel cartagenera con Mariano Ospina Rodríguez en 1862. Con estas indagaciones tendríamos claro como los nombres de los departamentos de Córdoba y Sucre, arrebatados a tierras del departamento de Bolívar, tienen en si una clara motivación de los conservadores antioqueños y conllevan en si una provocación y una confesión de oposición al proyecto independentista bolivariano.

No podemos dejar de recordar que a partir de 1995, ganaderos, bananeros y madereros han sostenido a los paramilitares que desde entonces han llevado diferentes nombres y se han tornado en marcas registradas que han hecho concesión del territorio nacional. Guillermo Gaviria Echeverri ha estado vinculado directamente en uno y otro negocio. No obstante la familia Gaviria se ve involucrada en diferentes facetas del proceso de erradicación de la pequeña propiedad rural y la extensión del latifundio, en lo que van siendo acompañadas por sus antiguos compañeros “civilizadores” de la colonización antioqueña.

Es oportuno recordar que esta colonización requirió también en el pasado del latifundio, para lo cual recibieron apoyos directos de gobernantes. Mon y Velarde y Francisco Baraya, entre otros, fueron grandes respaldos para que los “empresarios” de la colonización antioqueña instalaran un proceso de ocupación de la tierra que luego fue disfrazado de democrático al establecer parcelaciones agrícolas que tenían por objeto el apoyo alimentario permanente al proceso de explotación minera. Un creativo proyecto empresarial que iba a permitir la salida de la economía minera tradicional que al dedicarse exclusivamente a la explotación de minerales dejaba de lado la economía agrícola y moría de hambre; haciendo de los intentos empresariales fracasos económicos constantes y auspiciaba el nomadismo.

Los empresarios “compradores de tierras de buena fé” de hoy, en las zonas que han vivido serios conflictos sociales, trasplantados por hábiles comerciantes antioqueños del asesinato, son también las tradicionales familias colonizadoras antioqueñas. Pero también son estas familias las que hoy se abanderan de la creación de organizaciones sociales y de los inventarios de desplazados, a más del reconocimiento de la existencia de los fenómenos de desplazamiento. Más sorprendente resulta que Luis Mario Gaviria Vélez, quien estuvo detenido en Estados Unidos en compañía de su hermano Jorge Fernando Gaviria (ambos hermanos de José Obdulio), por presunta participación en el tráfico de drogas en el año 1983; se hubiesen desempeñado ambos en cargos destacados en el proceso de paz y reparación durante el gobierno de su familiar Uribe Vélez, así como en el gobierno de Santos.

Nos sorprende especialmente ya que durante las discusiones de la Ley 107 de 2010 sobre reparación integral de las víctimas y restitución de tierras, los ataques más enconados vinieron de la extrema derecha representada por tres personajes fundamentales a saber: Luis Fernando Londoño Hoyos, Andrés Felipe Arias y José Obdulio Gaviria Vélez, quienes desde entonces argüían que los “propietarios y poseedores de tierras de buena fe” no estaban obligados a devolver las tierras, anunciando que las defenderían aún a precio de una guerra civil, según lo advertía el abogado Luis Carlos Domínguez Prada, miembro del Comité Permanente para la Defensa de los Derechos Humanos. Es de anotar que siendo Ministro de Agricultura, Andrés Felipe Arias y el mismo presidente Uribe quisieron mostrar a los indígenas del Cauca como grandes latifundistas al afirmar que del total de la población caucana los 320 mil indígenas no eran más que el 26% de la población, siendo dueños del 30% de las tierras.

Ahora que los vientos de paz soplan con algarabía en Colombia, es importante que tengamos claro que el gobierno tiene poco que ofrecer en una mesa de negociación con las FARC, si a los asuntos de tierras se refiere. Es importante estar atentos a esos actores que en calidad de dirigentes de organizaciones sociales pretenden abogar por los derechos de los desplazados, porque los mismos beneficiarios del desplazamiento han sido los que organizan las pantomimas de inventariar a las víctimas, y de paso son también los mismos dueños de aparatos militares que administran el país por encima de las fuerzas armadas legítimas ocasionando gran burla y desprestigio del ejército nacional. Al fin empezamos a ver desteñirse el trapito con el que se ondeaba la bandera de una colonización gloriosa de los emprendedores paisas, para entender que estos han llevado a donde fueren un país hecho a “golpes de hacha”.

Notas

1.Zuleta, Educardo. Manuel Uribe Ángel y los literatos antioqueños de su época.

2. El voto de los “cacaos”. El Colombiano 16 de mayo de 2010