Las víctimas de los “grandes golpes a las FARC” siguen siendo los pueblos indígenas

Por: Tejido Social / ACIN

Por los niños y niñas masacrados en el norte del Cauca

Nuestro rechazo a gritos a los bandos en guerra, a quienes disparan y a quienes los mandan, vengan de donde vengan. Nuestra repugnancia porque este terror y esta guerra son para el Capital que ahora cobardemente masacra niños y niñas para robarse el territorio y quienes dicen resistirlo, las FARC, que le ayudan a matar, a despreciar la vida poniéndose en el otro bando para eliminar pueblos. Nos duele por las comunidades, las familias, las madres, hermanas, la gente toda. Nos duele. Llamamos desde el dolor a no permitir que esta masacre sea en vano, a no dejar que se convierta en una denuncia y nada más. Que se levante ese pueblo desde abajo, todo el Territorio del Gran Pueblo (Cxhab Wala Kiwe) y ponga todas sus capacidades y recursos en resistir a un sistema que masacra, despoja, compra, invade y engaña para enriquecerse. Cada muerto es un comunero, una comunera menos.

Cada asesinado, busca que no pasemos de la denuncia y que nos traguemos el dolor. Vienen a robarse la cultura, el territorio, el proceso. Vienen con balas, con proyectos, con negocios. Vienen a privatizar el agua, la tierra, las minas. Vienen a convertir el trabajo de la gente en mano de obra para los mega-proyectos. Vienen a convertir a los niños y las niñas muertas, en cifras que justifiquen plata para proyectos. Convierten en mercancía el dolor. El 26 de marzo de 2011, a las 2 y 25 de la mañana, en la vereda Gargantillas del Resguardo de Tacueyó, Municipio de Toribio, la policía nacional, con apoyo aéreo del “comando jungla antinarcóticos”, bombardeó un campamento del Sexto Frente de las FARC, de milicianos recién reclutados. Resultaron, según las fuentes publicadas, 16 muertos (la mayoría de ellos menores de edad) y 4 heridos por parte de los guerrilleros. Los combates siguieron todo el día y la noche siguiente: por un lado los helicópteros y avionetas sobrevolaban la zona mientras la policía se quedaba con los cuerpos en el campamento destruido y, por otro lado, los guerrilleros disparaban en dirección del campamento desde lugares cercanos.

Aparte de esta lamentable violencia entre grupos armados legales e ilegales, lo que se denuncia acá, y se saca a la luz es la situación de los pobladores de la zona, los pueblos indígenas, atrapados en esta guerra. Hay que romper el círculo de silencio, de desinformación de los medios masivos, pues, mientras el señor Santos se jacta de “otro gran golpe a las FARC”, las comunidades enfrentan el incremento de la militarización, las balas impactando las casas y la tristeza de ver a sus hijos caer en medio de la guerra.

Lo que viven los pobladores en las veredas de Gargantillas, La Esperanza, El Triunfo, Soto y La Playa, entre otras, no es lo que vieron los demás colombianos en los noticieros oficiales. Para ellos, la pesadilla empezó en la madrugada del sábado como contaron los habitantes de estas comunidades, toda la noche no pudieron dormir por el ruido de las explosiones de las bombas lanzadas por los aviones, cerca de las casas. “El bombardeo fue horrible, el movimiento de las casas fue terrible, hasta las siete de la mañana”, declara un habitante de la vereda de Gargantillas, “los niños están aterrados” añade.

Entre la incertidumbre, la comunidad tuvo que soportar la “operación conjunta de nuestras Fuerzas Armadas” (según las palabras del Presidente), luego, la repuesta de la guerrilla. Ellos empezaron a disparar con tiros de balas y otras bombas desde sitios muy cercanos a las casas, poniendo en peligro toda la comunidad. Algunos comuneros se quedaron en sus casas, luego huyeron hasta lugares más seguros, lejos de la lluvia de balas, mientras otros salieron a buscar familiares de quienes no tenían noticias. Se colgaron las banderas blancas, única protección en situación de combate, porque ¿quién iba a protegerlos? ¿Cuál autoridad del gobierno iba a meterse entre las balas para atender a la gente? ¿Será que importa más los “éxitos” de las Fuerzas Armadas que los pueblos indígenas?  No, los pueblos indígenas tenemos que atendernos nosotros mismos, a través de las autoridades indígenas que se encargaron de organizar a la gente en Asamblea Permanente para tomar medidas de protección.  Son ellas, junto con los comuneros, que investigaron para saber lo que había pasado, para informar a los pobladores del lugar y para verificar si había civiles o bienes afectados.

Mientras las cámaras de los medios masivos mostraban imágenes sensacionales de avionetas de la policía controlando la zona, del humo junto a las detonaciones, los comuneros aguantaban la ansiedad y se preguntaban con temor si los cadáveres detenidos por la policía eran hermanos, tíos o hijos. Se preguntaban si el niño que hace unos meses jugaba con los demás de la comunidad hace parte de los menores de edad que componen la mayoría de los cuerpos empacados en las bolsas de plástico, allá en el monte. Porque las primeras víctimas de los conflictos armados son los indígenas, son los niños involucrados en la guerrilla por estrategias de reclutamiento. A pesar del trabajo de las autoridades indígenas y de la Guardia indígena para tratar de detener el reclutamiento de sus jóvenes, haciendo asambleas, generando discusiones sobre el tema en las familias, proponiendo proyectos productivos y culturales, los guerrilleros siguen armando campamentos cerca de las viviendas, poniendo armas entre las manos de los niños.

Quizá los periodistas de los medios masivos, nacionales e internacionales, mientras preparan su material de prensa sigan celebrando la coincidencia de este ataque con el tercer aniversario de la muerte del fundador de las FARC, Manuel Marulanda, pasando desapercibido el horror de los niños masacrados y la suerte de mujeres, niños, mayores y familias enteras expulsadas de sus casas, andando bajo la lluvia sin siquiera saber dónde ir. “Llegaron con los carros, bajaron las bombas, nosotros recogimos los niños y salimos a correr para acá, porque no queremos estar metidos allí.” cuenta una madre de familia de la vereda del Triunfo. “Ellos dijeron que teníamos que salirnos rápido, porque iban a tirar algo más, nos asustamos, no sabíamos para dónde ir, estaba lloviendo” declara una joven de 14 años, “nos salimos, nos fuimos corriendo y cuando empezaron a disparar, las balas pasaban por allí.” Esta misma adolescente es la que salió casi de noche para pedir a los guerrilleros que pararan de disparar. Nadie ha escuchado su voz, aparte de las autoridades indígenas, ni la de una madre cargando sus dos niños, llorando por no haber podido darles de comer desde que la sacaron de su casa en la mañana; tampoco la del comunero, a quien le dijeron que su hijo estaba allá, en esas bolsas. 

Ahora las familias piden que los cuerpos sean entregados para poder exhumarlos y despedirse de sus familiares, a pesar de que hayan sido involucrados en la guerra.  Las Autoridades Indígenas denuncian que las primeras víctimas de estos tipos de acciones siguen siendo los niños y niñas, comuneros de los pueblos indígenas. El gobierno ejecuta acciones de guerra como la que sucedió, poniendo en riesgo las poblaciones, causando daños irreparables. Frente al terror de los grupos armados, los pueblos indígenas queremos la autonomía en nuestros territorios, y no ser instrumentados por ninguno actor gubernamental, ni armado legal o ilegal, que actúan por intereses económicos y por control del poder.

Como Nasas que somos, exigimos levantarnos desde el dolor a resistir, a echar a los guerreros, a los negociantes, a las transnacionales, a los que sacan ventaja del territorio. Para que la muerte no niegue el futuro a nuestro pueblo.

Al mundo le falta un tornillo

Por: Libardo Gómez Sánchez / Diario del Huila

Un elemento que diferencia claramente en su evolución a la especie humana de los animales, es la cultura, una sociedad que se precie de marcar diferencias con el reino animal, tiene la responsabilidad de facilitar el ambiente y las condiciones para que sus miembros puedan desarrollar plenamente sus capacidades cognoscitivas y expresar a través de las artes su visión del pasado, el presente y el futuro. Una de las artes por supuesto es la música, que tiene infinidad de formas dependiendo del momento y el lugar, siempre amoldándose a la idiosincrasia de quienes acunan su creación. El tango es por ejemplo, el ritmo acuñado por los gauchos de las pampas argentinas, que a pesar de tener un origen local, por su belleza se ha convertido en una melodía universal. Algunos de los textos de estos aires nos recuerdan realidades comunes a los pueblos ajenos al bienestar:

“El ladrón es hoy decente

a la fuerza se ha hecho gente”

Frase que describe con precisión una realidad que se vive en el mundo neoliberal de hoy, los invasores se presentan como salvadores y los apátridas como los cancerberos de la soberanía, es el resultado de la deformación de la realidad a través de los medios de información. En el caso nuestro, el país eligió un presidente con la esperanza de cambiar el rumbo, tendiendo un manto sobre el pasado del ungido, como si no hubiera participado en las ejecutorias de los gobiernos anteriores. La desfinanciación de la educación es el resultado de los actos legislativos del 2001 y del 2007, en el primero Santos en su calidad de Ministro de Hacienda fue el artífice del recorte a las transferencias a los municipios, que significó a la fecha más de 20 billones menos para invertir en este sector fundamental.  Ahora en la casa de Nariño, sin rubor alguno y con una desfachatez que asombra, el presidente Juan Manuel Santos anunció hace algunos días que entregará la educación superior universitaria a los inversionistas privados y en su Plan de Desarrollo cimenta los pilares del regreso a la plantelización que significa la regresión a la autofinanciación de las instituciones educativas por su cuenta y riesgo.

Talía, una juvenil y espigada estudiante de Derecho, en un conversatorio sobre el tema de la Educación nos recordaba como cuando inició su formación de secundaria en un colegio INEM, disfrutaba de un ambiente propicio para estudiar, biblioteca con bibliotecario, enfermería con profesional de la salud y droga farmacéutica, ayudas didácticas, áreas para deporte y recreación, auditorio, docentes formados y aulas en buen estado sin hacinamiento, pero cuando en el 2002 se iniciaron los recortes presupuestales, estas condiciones se fueron perdiendo hasta verse obligada a pagar su servicio social lavando los baños de la institución, para suplir a las auxiliares de servicios que no se pudieron volver a contratar.

En estas condiciones el futuro es oscuro, como en la canción de marras se anuncia:

“Todo el mundo está en la estufa,

Triste, amargao y sin garufa,

neurasténico y cortao…

Si habrá crisis, bronca y hambre”

Los versos al son del bandoneón, nos advierten de las consecuencias que traerá una educación al margen de la responsabilidad del Estado y transmutada en un vulgar negocio para provecho de particulares. El atraso económico no podrá superarse si la calidad de la educación continúa deteriorándose como consecuencia del estrangulamiento presupuestal del sistema y obligando a los empobrecidos padres de familia a financiarla.

Del alma paraca

Por: Ramiro Bejarano Guzmán / El Espectador

NO LO PODÍA CREER, PERO OCURRIÓ. Con ocasión del asesinato de la jueza de Saravena, Gloria Carmenza Gaona, el vicepresidente Angelino Garzón, en una de las tantas entrevistas que concedió para repudiar en nombre del Gobierno el execrable crimen —porque él también oficia de presidente y ministro de Justicia— a la pregunta sobre si estaba de acuerdo con la idea de algunos jueces intimidados y legítimamente desconfiados, de contratar vigilancia privada para garantizar su seguridad, contestó que esa podría ser una alternativa posible.

Un país donde sus jueces no puedan ser protegidos por la fuerza legítima del Estado al que ellos sirven, sino por mercenarios, no tiene salvación. La absurda idea de que sean vigilantes particulares quienes protejan a los encargados de aplicar la ley, es además la inmoral herencia que en la conciencia colectiva nos ha dejado esa máquina de la muerte del paramilitarismo, alentada por la cultura de agresión permanente e injustificada a los jueces. Es doloroso decirlo, pero lo cierto es que en Colombia existe una siniestra costumbre de la que son víctimas los jueces, que va desde asesinarlos hasta amenazarlos y ultrajarlos en público y en privado.

El crimen de la jueza Gloria Carmenza, a plena luz del día, muy pronto se olvidará y del terrible atentado sólo quedará memoria en las estadísticas recogidas en ese vergonzoso listado de jueces sacrificados en el cumplimiento de sus deberes. Desde las épocas de Pablo Escobar, la mafia patentó la pavorosa fórmula de controvertir las decisiones judiciales por el sangriento camino de aniquilar a quienes las profieren. Eso lo han sabido todos los gobiernos y aun así a una persona tan indefensa como la doctora Gaona la dejaron sola en una población cargada de peligros, apenas acompañada de unos gruesos expedientes, de alguno de los cuales debió haber salido la orden de su ejecución.

¿Quién mató a la jueza Gaona ? Es posible que no lo sepamos nunca. Tampoco supimos quién fue el autor de las amenazas a otra jueza, María Estela Jara, quien hoy soporta un pesado exilio por cuenta de haber conducido un proceso contra otro exmilitar comprometido en las desapariciones de civiles en el holocausto del Palacio de Justicia en 1985. Sólo porque la amenazaron y le hicieron la vida imposible, paradójicamente la doctora Jara contó con mejor suerte que la jueza de Saravena, pues por causa de esa zozobra logró refugiarse en otro país, antes de que las balas asesinas la silenciaran.

La cultura del menosprecio a los jueces también se ha fortalecido con insultos y agresiones descomedidas y desinstitucionalizantes, como las que protagonizó el gobierno anterior. Campaña de desprestigio contra la Corte Suprema de Justicia, “chuzadas” y seguimientos ilegales a los magistrados, complot contra el magistrado auxiliar Iván Velásquez, urdido desde una cárcel antioqueña y en connivencia con encumbrados personajes vinculados al alto Gobierno, y, como si fuera poco, acusaciones injustas y en tono encendido lanzadas unas por el capataz Uribe, y otras por unos subalternos altaneros, como el ex ministro Diego Palacio, o el Comisionado de Paz, Luis Carlos Restrepo, temerarios denunciantes de los jueces que no se rindieron ante la “parapolítica”.

En vez de rodear a los jueces de ejércitos privados, que ya sabemos en qué terminan, más le serviría a esta sociedad desactivar el tenebroso hábito de creer que los servidores judiciales sólo tienen derecho de morir asesinados o vivir vilipendiados.

Adenda. A Alejandro Ordóñez le parecieron delictuosas las fotos artísticas de la revista SoHo denunciando la pedofilia de unos curas, pero no dijo ni pío frente a la actitud delincuencial de esos vicarios de Cristo. “Absolvedor” y además cómplice de la impunidad.

 

¿POR QUÉ OCCIDENTE QUIERE DERROCAR Y ASESINAR A GADDAFI?

EL LEÓN DEL DESIERTO

Por: Julio César Centeno        

El coronel Gaddafi nació en una tienda tribal beduina un 3 de septiembre en 1942. Se graduó de abogado a los 21 años de edad. Luego estudio en la Real Academia Militar de Sandhurst, Inglaterra, y en la Academia Militar Helénica de Grecia. En 1969, a los 27 años de edad,  derrocó al rey Idris, un tirano impuesto por Inglaterra y Francia. Declaró querer ser «el Che Guevara del oriente medio». Al año siguiente ordenó la expulsión de las bases militares extranjeras de territorio libio. Estableció el llamado «socialismo islámico» por medio del cual se buscaba una democracia directa: el gobierno de las masas a través de consejos populares y comunas. Se creó así la Gran Yamahiriya Árabe Libia Popular Socialista. La Yamahiriya: estado de las masas, es un  híbrido de Islam, socialismo y democracia directa, ideología que proclama en su Libro Verde. Se estableció un Congreso General del Pueblo, con Gaddafi como su Secretario General.

Nacionalizó las empresas petroleras y expulsó a los funcionarios norteamericanos, británicos e italianos que habían dominado y vejado al país durante décadas. Libia era la sede de la base militar aérea mas grande de los Estados Unidos en el norte de África: Wheelus Air Base. El pentágono mantenía una base para el lanzamiento de misiles a sólo 25 kilómetros de Tripoli. Nunca se lo perdonaron. Fue inmediatamente catalogado como enemigo de los Estados Unidos. Libia fue señalado como un estado paria por defender su derecho a la autodeterminación y la autonomía. Las cosas empeoraron aun mas  por el papel protagónico de Gaddafi en el embargo petrolero de 1973 contra los Estados Unidos y por su cooperación con la Unión Soviética. Fue un ferviente seguidor del destacado dirigente egipcio Gamal Abdel Nasser, especialmente en su lucha por la unión de los pueblos árabes en una gran Nación Árabe. Defendió la nacionalización del Canal de Suez por parte de Egipto. Firmó con Nasser la llamada Carta de Trípoli, donde se concretan acuerdos de cooperación militar, estratégica y económica entre

Egipto y Libia.

Con la muerte por envenenamiento de Nasser en 1970, Gaddafi tomó el liderazgo del pan-arabismo. Dos años después se anuncia la creación de la Federación de Repúblicas Árabes, integrada entonces por Siria, Egipto, Irak y Libia. Fue también uno de los mas destacados líderes de la Organización de Países No-Alineados. Gaddafi ha apoyado sin vacilación la causa Palestina durante décadas. En 1972 anunció que Libia apoyaría, entrenaría y financiaría a cualquier árabe dispuesto a defender la causa Palestina. Fue inmediatamente catalogado como «terrorista». A partir de entonces llovieron acusaciones sobre su participación o apoyo en numerosos atentados terroristas en Roma, Viena, Berlín, Chad, Filipinas, Egipto. Se le acusó de ser el principal punto de apoyo de uno de los terroristas más connotados  de la época: el venezolano Carlos Illich Ramírez,  «El Chacal». Carlos fue capturado en 1994 y cumple desde entonces una condena a cadena perpetua en la prisión La Santé de Paris.

Como es costumbre contra cualquier jefe de estado que se rebele contra el orden internacional impuesto a los países en desarrollo después de la segunda guerra mundial, se le acusó de participación en el narcotráfico, de fomentar el terrorismo, de desarrollar armas de destrucción masiva, de apoyar a las FARC en Colombia, al IRA (Ejército Republicano Irlandés), a la ETA en España, a Hizbolla  en Líbano, a Hamas y otros «terroristas» palestinos. El presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, se refería a él como «el perro rabioso del desierto». El gobierno norteamericano trató varias veces de derrocarlo. En agosto de 1981 la revista Newsweek dio a conocer un plan presentado por el director de la CIA al gobierno norteamericano para asesinar a Gaddafi.  Días después dos aviones de guerra norteamericanos atacaron dos aviones Sukhoi libios en espacio aéreo libio. Los aviones norteamericanos habían despegado del portaviones John Kennedy, estacionado frente a las costas libias de mar mediterráneo.

En 1986 Ronald Reagan ordenó el bombardeo de las principales bases militares y edificios gubernamentales en las ciudades de Trípoli y Benghazi, en un intento por asesinar a Gaddafi e incitar la sublevación popular. Los aviones despegaron desde bases norteamericanas en Inglaterra. En el bombardeo murió una de sus hijas menores, Jana, y docenas de oficiales de su entorno más cercano. El crimen quedó impune. Libia fue rápidamente convertida en un estado paria. Durante los siguientes 10 años el coronel Gaddafi se convirtió en el Osama Bin Laden de la época. Libia fue cercada. Se le impuso un embargo comercial para forzar el derrocamiento de Gaddafi, similar al que ha padecido Cuba por mas de 50 años. Fue acusado de ordenar la colocación de una bomba en un avión comercial Boeing 747 de la principal línea aérea de los Estados Unidos para entonces: Pan American. El avión explotó en el aire en diciembre de 1988 sobre la población de Lockerbie, Escocia. Murieron 259 personas que viajaban en el avión y 11 ciudadanos de Lockerbie. Luego de un largo proceso de negociación, en 1999 Gaddafi entregó a la justicia escocesa a los dos ciudadanos libios acusados de haber colocado los explosivos.

En 1997 Nelson Mandela tuvo la valentía de visitar a Gaddafi en Trípoli, para denunciar la injusticia que se cometía contra ese pueblo por su rebeldía y su intento de decidir su propio destino. Mandela sabía por experiencia propia lo que era ser acusado de crímenes sin que existieran pruebas sobre ellos y sin derecho a la defensa. Había sido liberado de la cárcel 7 años antes, después de 27 años de prisión por su rebeldía ante el régimen discriminatorio de la población negra de Sur África por parte de una minoría blanca de origen europeo. Visitó a Gaddafi siendo el primer presidente de raza negra y el primer presidente electo democráticamente en Sur África. Su visita fue seguida por la del secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, de origen Africano. Libia aceptó cancelar 2.700 millones de dólares en compensación a familiares de víctimas de atentados terroristas de los que se acusaba a ciudadanos libios, aunque sin reconocer culpabilidad de la nación Libia. Se levantaron las sanciones internacionales que pesaban sobre el país.

En el 2008 el presidente Bush deja sin efecto las sanciones unilaterales que había impuesto Estados Unidos contra Libia, retirándola de la lista de «estados que apoyan el terrorismo». Las transnacionales petroleras se abalanzaron sobre Libia en busca del control de los gigantescos yacimientos de su codiciado petróleo liviano. Lo mismo hizo los perros de la guerra, ofreciendo armas, desde sofisticados aviones de combate hasta fusiles, ametralladoras y municiones. Muchos se jactaron de haber finalmente obligado a Gaddafi a ceder en sus posiciones radicales. Ese mismo año Gaddafi recibió la visita de Condoleezza Rice, secretaria de Estado del gobierno norteamericano. Luego desfilaron por Trípoli los jefes de estado de los países que se proclaman dueños del planeta: el primer ministro británico, Tony Blair, seguido por su remplazo Gordon Bown, el presidente de Francia, Sarkozy, el presidente de Rusia, Vladimir Putin. El rey Juan Carlos de España, y Rodríguez Zapatero se humillaron ante él en el 2009 para venderle 3.500 millones de euros en armas.

Gaddafi se convirtió en una especie de vedette política en círculos internacionales. Fue invitado a participar por primera vez en la Asamblea General de las Naciones Unidas, donde fue recibido por el presidente Barak Obama. Fue invitado a visitar Francia, Italia y España, siempre recibido como el «Rey de Reyes» y “el León del Sahara». En el 2009 fue electo Secretario General de la Unión Africana. Allí proclamó su determinación a seguir luchando por el establecimiento de la integración de los países africanos y la conformación de los Estados Unidos de África. Su discurso en este foro dejaba en evidencia que sus concepciones radicales y socialista se mantenían intactas. Los analistas internacionales de las principales empresas de comunicación concluyeron sin embargo que se trataba solo de «retórica populista».

En su discurso en la Asamblea General de las Naciones Unidas en el 2009, Gaddafi dejó claramente definida su posición. Acusó a Israel del asesinato de John Kennedy; abogó por la solución del conflicto Israelí-Palestino a través de un estado único. Se refirió al Consejo de Seguridad como «el Consejo del Terror»; criticó la validez de la Asamblea General de la ONU por permitir que sus decisiones sean  ignoradas por los países mas poderosos y rompió la Carta de las Naciones Unidas en el podio de los oradores. En marzo del 2010 uno de sus ocho hijos, Hanibal, fue detenido en Suiza acusado de maltrato a dos empleadas domésticas. Gaddafi suspendió la venta de petróleo y adoptó represalias económicas y comerciales adicionales contra Suiza,  llamó a la guerra santa contra ese país y declaró que anhelaba que fuera «barrido del mapa».

La Unión Europea no se apresuró a denunciar semejante amenaza, asumiendo una posición diametralmente opuesta a la tomada contra Irán por presumiblemente aspirar lo mismo sobre el estado de Israel. Por el contrario, la UE se disculpó públicamente  por haber prohibido a unos ciudadanos libios la entrada a Europa a raíz del conflicto entre Suiza y Libia. El comportamiento de Gaddafi ha sido frecuentemente considerado excéntrico. Cuando visitó la ciudad de Nueva York para participar en la Asamblea General de las Naciones Unidas solicitó autorización para colocar su gigantesca carpa beduina en un parque. Así se hizo. Armó su carpa en los jardines de la mansión del millonario Donald Trump. Allí conducía sus negocios y recibía visitas. Llevó además camellos, para tomar leche fresca al levantarse. Como es su costumbre, viajó acompañado de docenas de jóvenes mujeres guardaespaldas, quienes no sólo lo protegen, sino que se encargan de su cuidado y su alimentación: nunca falta ni el queso de cabra ni los dátiles.

En una reunión cumbre de la Liga Árabe, Gaddafi se puso un guante blanco en su mano derecha. Explicó que trataba de evitar infecciones al estrechar la mano de otros jefes de estado que pudieran haber tenido contacto con funcionarios israelíes.  Algo similar ocurrió cuando visitó Paris, por invitación de Nicolás Sarkozy. Fue recibido como un rey. La visita concluyó con negociaciones para la venta de armas de guerra y la inversión de empresas francesas en el negocio petrolero libio. Cuando viajó a Roma, como invitado de honor de Silvio Berlusconi, colocó su carpa en un parque en el centro de la ciudad. No llevó los camellos, sino 200 mujeres guardaespaldas que conforman varios anillos de seguridad, armadas con Kalashnikovs. Las mujeres que custodian a Gaddafi son expertas en artes marciales, en el uso de armas de fuego y de armas blancas, en pilotear aviones, helicópteros y barcazas; son entrenadas como francotiradoras, en el manejo de explosivos y en actividades de espionaje. Berlusconi lo honró con una cena de lujo para 800 personas, apropiada para un Rey.

A pesar de las atenciones y los halagos de Berlusconi, Gaddafi fue particularmente severo con sus anfitriones italianos. Fueron demasiados los crímenes y vejaciones cometidos por Italia durante su ocupación y colonización de Libia desde 1911 hasta 1943. Cuando Berlusconi menos se lo esperaba, Gaddafi se despojó de su ropaje beduino y se vistió de militar.  Junto a sus condecoraciones castrenses, se colgó  del pecho una fotografía en blanco y negro de 1931. En la fotografía se encuentra, humillado y encadenado, el héroe libio Omar Al-Mukhtar, rodeado de sus captores italianos. Al-Mukhtar liderizó durante veinte años la lucha de los beduinos contra la brutal ocupación italiana.  Fue para él que se acuñó el apodo de «el León del Desierto». Su figura es venerada en Libia. Los fascistas italianos lo ahorcaron en público  a los pocos día después de haber tomado y divulgado aquella humillante fotografía. Justo antes de morir exclamó: «Sobreviviré a mis verdugos».

Para entonces Italia se encontraba bajo el dominio de Benito Mussolini. Cuando le preguntaron porque llevaba esa fotografía en su pecho, Gaddafi, consciente de que el catolicismo es la fe predominante en Italia, proclamó en presencia de Berlusconi: «Para nosotros la imagen de Al-Makhtar es tan sagrada como el crucifijo que llevan algunos de ustedes en el pecho» En la lucha por el control del mar de petróleo liviano bajo el suelo libio, durante la segunda guerra mundial el país se convirtió en el campo de batalla  entre las fuerzas nazis bajo el mando de Rommel y las fuerzas británicas bajo el mando de Montgomery. Con la derrota de Italia en la segunda guerra mundial, Libia fue repartida cual trofeo de guerra entre Inglaterra y Francia. Las continuas luchas de los beduinos por su independencia condujeron a que en 1951 se declarara una monarquía bajo el rey Idris, una marioneta al servicio de los europeos. Para el momento de su independencia Libia no tenia escuelas y contaba con sólo 16 graduados universitarios, formados en el extranjero. La administración continuó así en manos de ingleses, franceses e italianos. Todo cambió con la llegada de Gaddafi al poder en 1969.

Los honores y halagos de que era objeto Gaddafi por parte de los jefes de estado de Europa hasta finales del 2010 cambiaron súbitamente. Sanguinario, loco, tirano, demente, autócrata, asesino, corrupto, psicópata, perro rabioso. Estos y muchos otros adjetivos son usados hoy contra Gaddafi. Los medios de comunicación de todo el mundo, salvo algunas excepciones, se han ensañado contra su figura. El objetivo parece ser destruirlo ante la opinión pública internacional. Algo similar le ocurrió a Saddam Hussein justo antes de la invasión de Irak por parte de fuerzas militares norteamericanas y británicas en el 2003.  Al mismo tiempo, se teje una red de «legalidad» para invadir Libia y deponer al déspota. En la ONU se toma la decisión de expulsar a Libia del Consejo de Derechos Humanos, mientras que la Corte Penal Internacional declara que actuará con agilidad para condenarlo.

En paralelo se estimula y apoya a movimientos opositores a Gaddafi para incitar a la rebelión interna, con el propósito de generar un estado de violencia y caos que contribuya a justificar la intervención de las grandes potencias para “pacificar al país y proteger los derechos humanos de sus ciudadanos”. El objetivo es claro: invadir Libia, deponer a Gaddafi, tomar control de su codiciada riqueza de petróleo liviano, tal y como ocurrió con Irak y como trató infructuosamente de hacerse en Venezuela en el 20o2. Tal y como trata de hacerse con Irán y como años atrás se concretó en Arabia Saudita, Kuwait, Katar y los Emiratos Árabes. Las siguientes presas serán Argelia, Venezuela e Irán. El Gadafi que hoy todos condenan fue recibido y halagado como un gran estadista en la Cumbre del G8 en Italia, invitado por el presidente Barack Obama. Hace sólo unos meses se abrazaba con Sarkozy en Paris, con Tony Blair en Trípoli y con Berlusconi en Roma.

Que ocurrió para justificar este cambio tan radical contra Gaddafi?                              

También se le ha criticado por haber contribuido, desde su posición como secretario general de la Unión Africana, a la consolidación de un acuerdo con  la NATO para ampliar sus operaciones militares en Sudan, Somalia y Etiopía. Ha venido promoviendo también una tratado de cooperación militar entre la NATO y la Unión Africana. Organizaciones radicales dentro y fuera de Libia consideran tales actitudes como traición. A la cabeza de la insurrección se encuentra el Frente Nacional para la Salvación de Libia (NFSL por sus siglas en inglés). Sus líderes son sistemáticamente presentados como los chicos buenos, en una lucha desigual contra la opresión y la barbarie. Poco se destaca que el FNSL se creo en 1981 en Sudan, bajo la protección del coronel Nimieri, un déspota apoyado por Estados Unidos que gobernó ese desdichado país desde el 77 hasta el 85.

El FNSL realizó su «congreso nacional» en los Estados Unidos en el 2007, con el patrocinio de la NED. A la cabeza se encuentra Ibrahim Sahad, quien realiza acusaciones de toda índole contra el «régimen despótico» de Gaddafi, casi siempre sin ofrecer prueba alguna al respecto y sin que los entrevistadores o editores se las soliciten. Sin embargo, sus planteamientos son transmitidos por las principales agencias de información de todo el mundo como si fueses ciertas. La misma realidad virtual se divulga como cierta por internet, facebook, twitter. Significativo es también que los rebeldes de Benghazi hayan bajado la bandera verde de la república de Libia y elevado en su lugar la bandera de tres franjas, roja, blanca y negra, que se usaba durante la monarquía  del rey Idris, impuesta por Europa en 1951.  También ha surgido de la nada un presunto Príncipe Senussi, «heredero de la corona».

Fue el rey Idris quien entregó la soberanía nacional al permitir el uso irrestricto de aire, mar y tierra por parte de fuerzas militares británicas. Fue el rey Idris quien firmó el acuerdo para que los Estados Unidos establecieran y administraran sin restricciones la base militar mas grande de África: Wheelus Air Base, cerca de Trípoli. El rey Idris firmó además un convenio para exonerar a Italia de todos los daños que pudieran imputársele como consecuencia de los 30 años de brutal colonización, permitiendo además que la comunidad italiana en Trípoli conservara todos sus propiedades, negocios y privilegios. Pero la legitimidad o veracidad de los señalamientos contra Gaddafi parecen irrelevantes. Sirven sólo de fachada para alcanzar el objetivo estratégico deseado: la ocupación de Libia.

Paul Wolfowitz, quien sirviera como subsecretario de defensa de los Estados Unidos y como presidente del Banco Mundial, arquitecto de la guerra de Irak, publicó una carta abierta al presidente Obama incitándole a convertir a Libia en «un protectorado bajo el control de la OTAN», en nombre de la «comunidad internacional». En su editorial del 23 de Febrero 2011, el Wall Street Journal, vocero de los intereses comerciales de los Estados Unidos, sentencia: «Estados Unidos y Europa deben ayudar a los libios a derrocar el régimen de Gaddafi» Simultáneamente, se moviliza al mar territorial libio una flota de guerra norteamericana, mientras en Naciones Unidas y en la Corte Penal Internacional se concreta apresuradamente el marco legal que justifique la invasión. El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó el 25 de Febrero del 2011 una resolución  para que se investiguen los posibles crímenes contra la humanidad que pudiera haber cometido Muammar Gaddafi. Pero, sin que tal investigación haya comenzado, ya Gaddafi ha sido condenado.

Es no sólo irónico, sino hipócrita, que haya sido justamente los Estados Unidos quienes hayan promovido la moción para que la ONU eleve el caso de Libia ante la Corte Penal Internacional. Estados Unidos nunca ha reconocido la jurisdicción de dicha corte. Se opuso además a su creación en 1998, junto con Israel, Irak y Libia. Tales contradicciones parecen pasar desapercibidas para los medios transnacionales de la información. El comandante supremo de la OTAN, Wesley Clark, ya había señalado hace un par de años que Libia estaba en la lista oficial del pentágono para ser dominada después de Irak, junto con Siria y la joya de la corona: Irán. Si se concreta lo que Fidel Castro ha llamado «La guerra inevitable de la OTAN», se desatará un movimiento de resistencia por todo el mundo Árabe que haga realidad las últimas palabras del León del Desierto: «Sobreviviré a mis verdugos».

«Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad… Haga circular esta información».

Cuentas macabras

Por: Antonio Caballero / Semana

 

La Fiscalía está investigando 27.300 –veintisiete mil trescientos– casos de desaparición forzada. Son más que los que se cometieron en Argentina y Chile durante los años de plomo de las dictaduras militares.

Con los tres de la última semana -uno en Turbo, otro en San Onofre, otro en San José de Apartadó- ya son cincuenta los líderes campesinos involucrados en la lucha por la recuperación de las tierras expoliadas que han sido asesinados en los últimos tres años. Christian Salazar, delegado de la ONU en Colombia para los Derechos Humanos, daba en estos días una información escalofriante, pero que por lo visto no le produjo escalofríos a casi nadie: la Fiscalía está investigando 27.300 -veintisiete mil trescientos- casos de desaparición forzada. Son más que los que se cometieron en Argentina y Chile durante los años de plomo de las dictaduras militares.

La Unidad Nacional de Fiscalías para la Justicia y la Paz publica otra cifra, todavía más espeluznante: en cuatro años, de junio de 2006 a diciembre de 2010, los paramilitares en teoría «desmovilizados» y sus sucesores de las púdicamente llamadas «bandas criminales» (neoparamilitares en colaboración con elementos de la fuerza pública) han cometido 173.183 homicidios y 34.467 desapariciones forzadas. El columnista Alfredo Molano hace en El Espectador una cuenta macabra: si todos esos muertos hubieran sido fusilados en hilera, la fila de cadáveres tendría ciento setenta y tres kilómetros de largo.

Todo esto se publica en los periódicos, y se comenta. Pero la justicia no avanza mucho. Hay casos comprobados de desaparición forzada seguida de asesinato que están empantanados a fuerza de argucias jurídicas desde 1987: desde hace treinta y cuatro años. Es el de Nydia Érika Bautista, citado en estos días en El Tiempo por el abogado Gustavo Gallón. Argucias jurídicas que serían cómicas si no fueran cínicas: por ejemplo, la de alegar que cuando sucedieron los hechos -por los cuales fue destituido el general Álvaro Velandia, en ese entonces comandante de la siniestra Brigada XX de Inteligencia del Ejército- la desaparición forzada no estaba tipificada como falta disciplinaria. Y entre tantos, testigos de los hechos, y la familia de la víctima, y el procurador delegado para los Derechos Humanos, Hernando Valencia Villa, que destituyó al general, han tenido que buscar refugio en el exilio para que no los maten también a ellos.

Porque aquí todo asesinato genera dos o tres más. Aquí se mata también a las familias, y a los testigos, y a los jueces. Hace tres días fue asesinada la juez que investigaba el caso de los niños violados y asesinados por militares -hay un soldado preso- en Arauca. Tienen razón los nostálgicos del pasado gobierno que denuncian que hay inseguridad. La hay, sin duda. Pero es bueno mirar para quién.

Porque, como decía, la justicia no avanza mucho. Y a veces retrocede, como en el caso de la juez asesinada. Mencioné el ejemplo empantanado de la desaparecida Nydia Érika Bautista, y no se trata de una excepción. Igualmente empantanado sigue el juicio emprendido contra militares de alto rango por un hecho aún más antiguo, como fue la desaparición de los detenidos en la contra toma del Palacio de Justicia, en noviembre de 1985. Todo se empantana y se pierde en una marea de olvido y de indiferencia. Y no pasa nada.

O más bien, al contrario, por eso pasa lo que pasa. Por eso sigue pasando lo que sigue pasando. Porque hay quienes piensan que ese olvido, y tal vez esa indiferencia, son condiciones necesarias para la reconciliación nacional. Para el «desarme de los espíritus» tantas veces mentado en nuestros últimos decenios de historia de sangre. Pero esos mismos decenios de sangre demuestran lo contrario: es el olvido de la sangre lo que hace que siga corriendo.

Por lo cual lo más probable es que tengamos que seguir haciendo cuentas macabras.

Re-municipalización contra privatización: la experiencia alemana

Por: Ricardo Cárdenas

Muchos municipios en Alemania han reintegrado en los últimos meses a la propiedad municipal las empresas comunales que años atrás habían privatizado. Esto demuestra que el dogma propagado por el neoliberalismo en cuanto que el sector privado es siempre más eficiente que el público empieza a mostrar sus fisuras. En la reciente historia de la República Federal Alemana y en general de los países capitalistas, hemos sido testigos por enésima vez que las pérdidas se socializan y las ganancias se privatizan Los bancosy los gobiernos nos han demostrado durante esta prolongada crisis financiera que es más fácil que el contribuyente asuma los riesgos y las deudas causadas por los especuladores que poner en cintura al sistema bancario.

Los gobiernos de la Unión Europea han preferido trasladar la carga de la crisis al pueblo y no tocar el sistema bancario; ni siquiera se han atrevido a imponer las más mínimas medidas regulatorias. Los contribuyentes pagan las deudas del sistema financiero y los causantes de la crisis reciben las bonificaciones y los premios pecuniarios por haber causado la crisis financiera.

¡Privatización de la propiedad pública es expropiación!

¿Por qué reclama la izquierda que las empresas de energía y agua y las demás empresas municipales retornen a las arcas de los municipios?

1.    Como principio general, los bienes y servicios públicos deben estar disponibles a las ciudadanas y los ciudadanos de los respectivos municipios independientemente de su capacidad económica. 

2.    Ha quedado demostrado que las tarifas por servicios han aumentado considerablemente después de la privatización de las empresas municipales.

3.    Las empresas municipales que han sido privatizadas han recortado los servicios y la calidad de éstos a amplias capas de la población de los respectivos municipios.

4.    Las privatizaciones parciales con los llamados socios estratégicos han causado serios impactos a las finanzas municipales. Uno de los ejemplos es el de Berlín, donde las ganancias estratosféricas de la empresa de suministro de aguas han ido a parar a los socios estratégicos. Contractualmente se aseguró un margen de ganancia al socio estratégico, independientemente de la rentabilidad que arroje la empresa municipal. Es decir, eventuales pérdidas de las empresas deben ser absorbidas por el municipio, mientras las ganancias van a parar a los bolsillos de los socios estratégicos. Y, Berlín no es un ejemplo aislado. Más de un juzgado en la Alemania se encuentra ocupado ahora en resolver la validez de los contratos con cuales se cerró la privatización de las empresas municipales.

5. Las empresas privatizadas han sido un motor de desempleo en los municipios, pues aprovechando la movilidad en la Unión Europea han buscado a todas costas reducir costes trayendo fuerza de trabajo son salarios por debajo de los que se habían acordado los sindicatos. La economía de los municipios no ha podido resistir el impacto de las privatizaciones y el desempleo ha aumentado considerablemente en esos municipios. Lo que aparentemente había sido una ventaja para las finanzas municipales se ha tornado en serios problemas para los municipios: la aparente eficacia de las empresas privadas se ha obtenido gracias a la reducción de costos, de calidad y de seguridad en los servicios que pretenden proveer éstas.

6.    El modelo neo-liberal ha permitido que las tarifas por servicios sean determinadas en base a los parámetros de ganancia empresarial y no de acuerdo a las necesidades de la comunidad.

7.    Las ganancias de las empresas privatizadas han ido a parar lógicamente a los bolsillos de los dueños.

8.    Las comunas o los municipios deben ser los centros de toma decisión con respecto a la planificación de los servicios municipales de tal suerte que las necesidades de los pobladores sean tenidas en la cuenta y los servicios públicos sean suministrados de acuerdo a los intereses de la población. Por ello es necesario liberar a los municipios de la avaricia de los oligopolios y prestar los servicios públicos de acuerdo a principios democráticos, ecológicos y eficientes. Por ello se debe invertir en la producción de energía descentralizada utilizando plantas de energía solar, de cogeneración, etc. El manejo consciente de las aguas, de las basuras son elementales para la salud pública y no puedes ser objeto de la avidez capitalista.

9.    Las posibles ganancias de las empresas municipales deben ser transferidas a los presupuestos de los municipios a los efectos de promover las actividades sociales, culturales y sanitarias de la población.

10.    De igual manera debes ser rechazados los proyectos PPP (Public Private Partnership). Estos son altamente perjudiciales para las finanzas de los municipios. Aparentando alivio de los presupuestos municipales a corto plazo, causan a la larga una alta carga financiera pues se ha demostrado que los compromisos por el pago de intereses han resultado más onerosos para el erario municipal, que si esos proyectos hubiesen sido realizados por los municipios. Por lo demás, esos costes adicionales han tenido que ser compensados con la reducción de los gastos sociales.

11.    Por lo demás es imprescindible que el público en general conozca en su totalidad el contenido de los contratos con los cuales han cerrado los municipios los mencionados PPPs. Los costos de estos son soportados por el erario de los municipios respectivos y las ciudadanas y los ciudadanos de los municipios quienes son los que contribuyen a través de impuestos, tributaciones, tarifas con la carga financiera, no tienen la mínima idea de las obligaciones contractuales a las que se han comprometidos los alcaldes o los consejos municipales con los inversionistas privados. Estos contratos deben ser analizados jurídicamente a los efectos de encontrar la manera más expedita de rescindirlos.

12.    La historia reciente de los municipios que han decidido dar marchar atrás a la privatización de los servicios públicos ha demostrado que los beneficios que aparentaban ofrecer los inversionistas privados sólo ha sido una mentira que ha tenido que pagar la ciudanía: las ganancias para los bolsillos de los inversionistas y la mala calidad de los servicios, el deterioro ecológico y los costes para los de ruana.

Por todo lo expuesto anteriormente es imprescindible dar marcha atrás a la privatización de los servicios públicos y retomarlos como obligación estatal.