¿Qué hacer con los empresarios nacionales?

Por Jorge Enrique Robledo

Hoy entra en vigencia el TLC con Estados Unidos, la peor decisión de la historia de Colombia.

Lo único positivo del suceso es que demostrará que la razón la teníamos quienes advertimos que era una pésima manera de relacionar el país con Estados Unidos, así como con la Unión Europea, Corea y ¡China! Las cosas se han puesto tan mal desde el inicio del libre comercio en el gobierno de César Gaviria, que cabe la pregunta del título de este artículo. Porque además del obvio detrimento de las condiciones de vida de los sectores populares y las capas medias, otra constante del neoliberalismo es la crisis de los empresarios nacionales, en particular de los no monopolistas, quienes, si bien les va, pierden sus empresas con las trasnacionales y terminan de simples rentistas, casi que como desechables. La tragedia se presta para hacer algo de historia sobre un tema decisivo para el país.

Hace cuatro décadas, en medio del auge de las ideas de izquierda en Colombia y el mundo, hubo varios debates relevantes. Uno, sobre la lucha armada, práctica con tantos militantes y simpatizantes que generó cinco grupos guerrilleros principales. Pero también es verdad que no fuimos pocos los que la rechazamos, en la teoría y en la práctica. También discutimos si para ganar el cabal ejercicio de la soberanía nacional frente a Estados Unidos, y con ello desatar las enormes fuerzas productivas de la nación paralizadas o anquilosadas por sus políticas, cabía invitar a los empresarios nacionales –nacionales para distinguirlos de los intermediarios de los negocios foráneos–, como afirmamos algunos, o si había que descartarlos porque sus intereses eran los mismos que los de las trasnacionales.

Hoy, cuarenta años después, hay un veredicto sobre esos debates: el programa del Polo Democrático Alternativo propone la solución política de un conflicto armado que mucho daño le hace al país, pero también rechaza el uso de la violencia para tratar las contradicciones económicas, sociales y políticas. Y cree en la idea de relacionar a Colombia con todos los países, incluido Estados Unidos, mas no en acuerdos de mula y jinete sino de intercambios con beneficio recíproco y respeto a la soberanía nacional, concepción que defiende la producción urbana y rural de los campesinos, los trabajadores por cuenta propia y el empresariado.

En este lapso también se confirmó que someterse a los ucases de Washington enriquece a reventar a unos cuantos nativos pero mantiene en el atraso a la nación y condena a legiones al desempleo y la pobreza. Más grave aún: si se analizan las cosas con rigor, se concluye que hoy la estructura económica de Colombia es más mediocre que la de hace medio siglo, y con tendencia a empeorar en relación con los países capitalistas desarrollados, pues crece el rezago científico y productivo y el país se especializa en minería, y de capital extranjero, como en la Colonia.

Tras un siglo de intentar desarrollar a Colombia por la vía de la deuda externa y la inversión extranjera, no concebidas como respaldo al esfuerzo de la nación y a su capacidad de acumular riqueza internamente sino como su supuesto reemplazo, y en la práctica impidiendo el trabajo propio o reduciéndolo a poco, se consolida la desnacionalización de las principales empresas, cuyas utilidades se exportan, y hasta terminaron por sobrar los colombianos, el principal valor del país. Sobran el pueblo raso y las capas medias, que emigran por millones o se quedan en el desempleo y el rebusque improductivo, y hasta sobra, quién lo creyera, el empresariado urbano y rural, al que hasta 1990 la banca internacional le permitió una papel económico muy secundario pero de cierta relevancia.

La Colombia que hay que construir deberá ser el fruto del esfuerzo conjunto de los trabajadores, el campesinado, las capas medias y el empresariado, quienes, sin distingos políticos, tendrán que montar un proyecto de unidad nacional que le sirva a toda la nación.

Coletilla: Muy mal les está yendo a los países que hace poco iniciaron TLC con Estados Unidos. Porque se les dispararon sus importaciones, según muestran sus balanzas comerciales con la superpotencia. (En millones de dólares) Chile: entre 2004 y 2011, de 1.126 a –6.804. Perú: entre 2007 y 2011: de 1.152 a –2.083. Honduras: entre 2006 y 2011: de 30 a –674 y República Dominicana: entre 2004 y 2011: de 169 a –1.939 (http://bit.ly/LS5reP). Cuando veas las barbas de tu vecino pelar, pon las tuyas a remojar.

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